Capítulo 27

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A la mañana siguiente Astrid se encontraba entre las sábanas durmiendo plácidamente, al girar sobre la cama la rendija de luz que entraba por la ventana cayó sobre su rostro, quejumbrosa por la molestia giró su cara hacia el otro lado, sabiendo que tenía trabajo abrió los ojos, para ver la solitaria habitación, se miró percatándose de que tenía las sábanas enredadas en su cuerpo lo que quería decir que llevaba rato sola, al mirar la hora solo pudo levantarse para ir al baño a ducharse.

Al salir se colocó lencería blanca, un suéter de cuello de tortuga, pantalones negros entallados y botas blancas como su suéter, dejó su cabello suelto se abrigó con una chaqueta de cuero, un maquillaje ligero un labial suave. Tomó su bolso para salir con dirección al trabajo, apenas alcanzaría a llegar, cuando estaba por tomar su celular observó una nota de su novio.

«Tu sesión será la segunda, no te preocupes por nada hermosa, deja que me haga cargo de todo y desayuna antes de llegar, te amo»

Sonrió ampliamente sin poder reprimirlo y envió un mensaje de texto.

—Entendido señor, dígale a mi jefe que seré puntual para mí sesión. Espero que también hayas desayunado.

Astrid

En medio de la junta Curt sintió su celular vibrar interrumpiendo su explicación de los avances de la empresa, miró su teléfono y las facciones de su rostro de suavizaron notablemente, todos en la sala estaban estupefactos, ante la ligera sonrisa en el rostro del CEO, guardó su teléfono y continuó con la junta, sin embargo su rostro reflejaba calma con serenidad.

En Latinoamérica Zamar fue a despedirse de Santiago mientras la latina terminaba algunos papeleos ese día antes de ir a ver su hermano. En cuanto Santiago vio su rostro lo supo.

—Te rechazó —afirmó el adolescente mirándola con pesar.

—Lo hizo —mencionó asintiendo, pero luego sonrió burlona —quita esa cara, sé que no me querías de cuñada —bromeó.

—Pero tampoco me desagradas —aceptó.

—Lo sé, sigue en pie el plan de los cómics, puedo prestarte los que quieras.

—¿Se pelearon?

—Necesito un tiempo.

—Entiendo, nos vemos New York —se despidió el joven ofreciendo el puño. Zamar lo vio divertida —solo chócalo —mencionó antes de que la alemana devolviera el gesto.

—Eres un buen niño Santi, me alegra haber venido por ti.

—Viniste por ella —Zamar sonrió ante la afirmación.

—Vine por ella, es verdad, pero tampoco puedo ver qué alguien inocente sufre a manos de quién debería protegerlo.

El rostro se Santiago se tornó duro, no quería recordar eso, solo quería irse y dejar todo eso en el pasado.

—Gracias Zamar, cuídate.

—Ustedes también —con esas últimas palabras la alemana abandonó la habitación del joven Garzón.

Al salir del hospital se encontró de frente con la latina. Solo con verse ambas se sintieron incómodas, sin embargo fue Zamar la que se acercó hasta quedar frente a ella y sonrió.

—Hola latina ardiente —saludó con voz tranquila pero con el interior lastimado, su orgullo, sus sentimientos.

—Hola —respondió con un intento de sonrisa. Sabía que en parte era culpa de ella que Zamar confundiera sus sentimientos.

—Me voy, tengo responsabilidades y... No puedo quedarme más tiempo —alzó su mano dejando una ligera caricia en la mejilla de Sasha y sonrió cálidamente —cuídate mucho, no seas muy terca —juntó valor antes de besar levemente la comisura de sus labios —adiós latina ardiente —susurró antes de pasar junto a ella.

Bajo el lente de la cámaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora