Prólogo

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Anteriormente:

—Os estaba esperando, mocosos—oyeron. Alzaron la mirada—.

Ante ellos, se cernía el castillo de Yuei y delante de él, el domador de dragones los miraba fijamente.

Los niños se volvieron a mirar:su aventura acababa de comenzar.

Y ahora...

Los niños se sorprendieron al ver al domador de dragones, ya que tenía un cierto parecido con uno de los alumnos de la UA:Katsuki Bakugo.

—¡Te pareces mucho a Bakugo Katsuki kun!—dijo la niña mientras sonreía—.

—¿Quién?—preguntó el cenizo—.

(Cabe destacar que el cuento que les contaba Aizawa a Eri y Kota no decía nombres ni apellidos. Si os fijáis, en "El domador de dragones y el príncipe demonio", en el prólogo 1 dice "El joven miraba etc", y en el prólogo 2 dice "El joven Katsuki miraba etc.")

—Un alumno de la escula UA—aclaró Kota—.

El domador frunció el ceño, pero enseguida asintió con la cabeza, entendiendo a qué se referían.

—Más bien, ese mocoso se parece a mí. Y además, por lo que se ve, le pusieron mi nombre.

—No entiendo—Kota ayudó a Eri a levantarse—.

—El Katsuki Bakugo de la actualidad es un descendiente de mi clan, por eso se parece a mí. Sería alguien de mi familia, quizá de algún hermano que tenga del que desconozco su existencia—Eri se quedó igual que como estaba antes, pero no preguntó más—.

—¿Y cómo sabes quién es él, si se supone que es como que todavía no ha existido en este mundo?

—Cuestiones de magia.

—¿Qué hacemos aquí?—dijo Kota mientras se miraba su atuendo y el de Eri—.

El traje de Kota era de tonalidades azules, con una capucha roja y cuernitos amarillos. Llevaba un hacha colgada del cinturón y una cantimplora con agua en el otro lado. Tenía un medallón amarillo en el cuello, con unas inciciales que desconocía.

El traje de Eri consistía en un vestido de doble capa:la de abajo, de color blanco. La de encima, de color rojo. Llevaba unas medias negras y unos guantes hasta los codos del mismo color. Llevaba unos mocasines color ocre y llevaba colgando del cuello un collar de cristal azul. Tenía un macuto color tierra, en el que había un pequeño libro de hechizos, un cuerno como los que usan los vikingos y una capa bien doblada. Debajo de la capa, estaba el libro con la historia que habían leído durante las anteriores noches.

—Habéis leído el conjuro del final del libro y habéis sido transportados a este mundo. No podréis volver al vuestro hasta que hayáis completado la misión que decía.

—¡Aizawa-sensei se asutará si estamos tanto tiempo fuera!—dijo Eri—.

—No te preocupes por eso, en vuestro mundo, es como si no existiérais en estos momentos, pero cuando volváis, será como si nada hubiera pasado.

El cenizo miró a los niños y se agachó a su altura.

—Sois Kota y Eri, ¿cierto?

El bárbaro y el príncipe durmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora