Capítulo 21:De vuelta a casa

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Esa mañana, Kota y Eri se dirigieron a la habitación en la que descansaba Mei para poder pedirle si sabía cómo devolverlos a casa. Al llegar, ésta se encontraba jugando al ajedrez con Iida.

—Jaque mate—dijo el soldado mientras colocaba su reina donde antes estaba el alfil de Mei—.

—¡Es imposible!—chilló la maga—.

—No lo es—Iida sonrió mientras se colocaba las gafas más arriba en el puente de su nariz—. Tu rey está preso a sus espaldas, delante está mi reina, y a los lados tengo dos torres. Si te mueves en diagonal, te come la reina, y si te mueves a los lados, las torres.

—No es justo—Mei frunció mientras Iida guardaba las fichas y el tablero en un pequeño baúl—.

—Yo no fui quien inventó las reglas, querida—Iida sonrió de nuevo, esta vez por la cara de la maga—.

—¡Exijo la revancha!—Mei golpeó la mesa—.

Kota carraspeó, llamando la atención de los dos jóvenes de la sala.

—Eri-chan, Kota-kun, ¿necesitáis algo?—dijo la maga, acercándose a ellos—.

—Ahora que nuestra aventura ha finalizado, nos gustaría regresar a nuestra realidad—dijo Eri—. 

—No sabemos cómo, ya que el hechizo del final del libro fue el que nos trajo, pero éste ha desaparecido—aclaró Kota—.

Mie sonrió y fue a una estantería de su dormitorio, sacando de éste un glosario antiguo, algo pesado. Lo dejó sobre un atril de madera con ayuda de Iida.

—Tengo por aquí un hechizo que podría servir para esta situación—Mei buscó el hechizo entre las páginas del libro—. ¿Os habéis despedido ya del resto?

Eri y Kota negaron.

—Es de mala educación irse sin despedirse—Iida movió la mano como siempre lo hacía—. Venga, os estaremos esperando para cuando os hayáis despedido.

Los niños asintieron, yéndose del dormitorio para buscar a sus compañeros.

Los niños fueron a la sala del trono, donde todos sus acompañantes se encontraban reunidos

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Los niños fueron a la sala del trono, donde todos sus acompañantes se encontraban reunidos.

—Chicos—les llamó la atención Eri—. Debemos irnos.

—¿Tan pronto?—dijo Ochako, con pena—. No han pasado ni 24 horas desde que volvimos.

—Lo sabemos, pero debemos volver a casa—dijo Kota, cruzándose de hombros—.

—Sabed que si volvéis, siempre seréis bienvenidos en mi reino, Kota y Eri—Shoto sonrió mientras se inclinaba hacia delante, haciendo una pequeña reverencia—.

Katsuki sonrió y fue delante de los niños, agachándose a su altura.

—Gracias por devolverme a Shoto, mocosos—acarició la cabeza de Eri y palmeó el hombro de Kota—. Fue un placer conoceros.

—Igualmente—Eri y Kota sonrieron e hicieron una reverencia—.

Salieron de la sala del trono mientras agitaban la mano, y volvieron donde Mei.

—He encontrado el hechizo—anunció Mei—. Necesito que os pongáis uno enfrente del otro en el centro de la habitación, tomados de las manos.

Kota y Eri siguieron las normas que la maga les fue dando mientras ésta recitaba unos versos.

*Hi liberos domum suam relinquere volunt, eosque sine mora redeere*—Mei agitó las manos en círculos mientras un halo de luz envolvía a Kota y Eri—.

Ellos cerraron los ojos mientras un fuerte viento agitaba sus ropajes y su cabello.

—Adiós, pequeños—oyeron decir a Iida antes de que su voz sonase distorsionada—.

Cuando los niños abrieron los ojos, se encontraron en el dormitorio de Eri, de rodillas sobre la cama, aún tomados de las manos.

—Hemos vuelto—Eri sonrió mientras miraba su dormitorio—.

Kota miró sus manos entrelazadas con las de Eri y sonrió, aliviado de que no hubiera sucedido nada malo.

—Kota, tu tía vendrá en un par de horas a recogerte—dijo Aizawa, entrando por la puerta—.

Eri soltó las manos de Kota y se dirigió a su mentor.

—¿Ya han pasado dos semanas?—Eri hizo una mueca de tristeza—.

—Sí, Eri—Aizawa acarició la cabeza de Eri con ternura—. Pero no es que se fuera a la guerra o algo así. Ya verás como volvéis a estar juntos en un abrir y cerrar de ojos.

Eri asintió y Aizawa salió del dormitorio.

—¿Quieres que te ayude a hacer la maleta?—preguntó Eri a su amigo—.

—No quisiera molestarte—Kota comenzó a doblar sus prendas de ropa mientras sacaba la maleta de debajo de la cama de Eri.

Eri asintió mientras salía de la habitación en dirección a la cocina, a por un vaso de agua. Escuchó la voz de Aizawa y la de Mirio, quien parecía estar llorando. Se ocultó tras un poste para escuchar la conversación.

—Togata, cálmate. Respira hondo y vuelve a empezar, por favor—pidió el azabache—.

—Estaba con Tamaki y Hado en los dormitorios de la clase 3-A, había ido para acompañarles a clase. De repente, Tamaki dijo que no se encontraba bien, y acto seguido, se desmayó en los brazos de Hado mientras convulsionaba—Mirio se limpió las lágrimas con su mano derecha—. Llamé a Recovery Girl, quien vino lo más rápido que pudo. No supo qué era lo que tenía, pero cree que si no le encontramos un remedio pronto, Tamaki podría...—sus palabras murieron en su garganta, ahogadas por el llanto—.

Aizawa abrazó al rubio para consolarlo mientras Eri negaba varias veces y volvía a su dormitorio, dispuesta a contarle la noticia a Kota.

Continuará...

*Estos niños a su hogar quieren marchar, así que devuélvelos sin mas tardar*

Sólo queda el epílogo <3

El bárbaro y el príncipe durmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora