Capítulo 17:Pérdida

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El grupo de Monoma se reencontró con el de Bakugo.

—¿Habéis encontrado a Izuku?—preguntó Hawks—.

—Sí, luego debemos explicaros muchas cosas—dijo el cenizo en un suspiro—.

Escucharon un rugido, seguido de una tenebrosa voz.

—Vaya, vaya, vaya. Pero si tenemos invitados—el señor del Mal se hizo presente delante de ellos. Al lado de éste, se encontraba Tomura con una sonrisa en su rostro—.

Unos demonios se situaron a los lados de ambos grupos.

—Twice, nunca me hubiera esperado que ayudaras a estos mocosos—el señor del Mal negó varias veces con su cabeza—.

—Recibirás tu castigo, como Dabi e Himiko—dijo Tomura mientras chasqueaba los dedos—.

Uno de los demonios clavó sus garras en el brazo del adulto, quien chilló de dolor.

—¡Jin-kun!—exclamó Toga, desesperada—.

El adulto se retorció en el suelo y pronto, su cuerpo quedó inerte.

—¡¿Qué le habéis hecho?!—Toya llenó las palmas de sus manos con llamas azules, dispuesto a luchar por la muerte de su amigo—.

—Oh, Toya Todoroki. Te acogí como uno más de los míos, ¿y así es cómo lo pagas?—el señor del Mal chasqueó la lengua—. Me decepcionas. Sufrirías el mismo castigo que tu compañero de no ser porque mi discípulo tiene cierto apego hacia tu persona.

El señor del Mal miró a Denki.

—Denki Kaminari, el descendiente de los dioses—silbó de admiración—. Sabes, si te hubieras unido a mí, podría haberte concedido la ubicación de tu hermana, pero...

Denki abrió los ojos como platos, pero al ir a decir algo, el señor del Mal apartó su mirada de él y miró a Bakugo y después a Kota y Eri.

—Vaya, dos criaturitas del mundo exterior—aplaudió con sus grandes manos—. Gracias a vosotros, por fin podré hacerme con vuestro mundo—Kota se situó delante de Eri para protegerla y élla se aferró a su macuto inconscientemente—.

Tamaki vio cómo algunos de los demonios se acercaban más a ellos y dejaban un pequeño hueco libre a sus espaldas.

Rememoró su sueño:en apenas unos segundos, el señor del Mal soltaría un pequeño discurso sobre Mirio, daría un chasquido y un demonio lo mataría al atravesar su estómago con una espada.

Volvió a la realidad, dándose cuenta que el señor del Mal ya se encontraba haciendo su discurso:

—...es una pena que mueras a una tan temprana edad—dijo antes de chasquear los dedos—.

En apenas un segundo, Tamaki invocó un aura morada, arrastrando a sus amigos al exterior del castillo por aquella obertura a sus espaldas. Apartó a Mirio levemente con su brazo, pero al mismo tiempo, la espada del demonio atravesó su abdomen.

—¡Tamaki!—chilló Togata, desesperado—.

Tomó al elfo en brazos para cargarlo mientras éste comenzaba a delirar.

—¡Que no escapen!—chilló el señor del Mal—.

Eri sacó el libro con la historia que ella y Kota leyeron para asegurarse que seguía allí, pero mientras corría, el libro cayó al suelo y se abrió. Al ir a recogerlo, una de las hojas se partió, cayendo ésta al suelo.

—¡Eri, vámonos!—Kota tomó de la mano a Eri y la arrastró lejos de allí antes de que a éste le diera tiempo a recoger la hoja—.

El grupo llegó al barco justo a tiempo para desaparecer de allí a través del halo de luz por el que habían entrado antes.

Mirio tumbó a Tamaki en el suelo del barco mientras sollozaba.

—¿¡Por qué has hecho eso!?—exclamó el guerrero, preso de la agonía—.

—En la cueva de Midnight, tuve un sueño en el que morías de la misma manera que yo he sido atacado—dijo Tamaki levemente mientras escupía sangre—. No podía dejar que murieses.

—¡No a este precio!—dijo Mirio mientras lágrimas silenciosas caían por sus mejillas—.

—Debes cuidar a Eri y ser fiel a tu juramento—Tamaki sonrió débilmente mientras se incorporaba—. Mirio, como mi legítimo esposo, dejo en tus manos el futuro de mi reino, el Reino de los Elfos—Tamaki se acercó a Mirio—. Te amo—dijo mientras besaba al rubio con sus últimas fuerzas y con ese beso, se desvanecía su último aliento—.

Mirio comenzó a llorar cuando dejó de sentir el corazón de Tamaki y estrechó su cuerpo inerte entre sus brazos.

Todos bajaron la cabeza, apenados por la muerte de su compañero.

—Maestro, los fugitivos han escapado, pero uno de los demonios ha encontrado esto—dijo Tomura mientras enseñaba un objeto al señor del Mal—

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—Maestro, los fugitivos han escapado, pero uno de los demonios ha encontrado esto—dijo Tomura mientras enseñaba un objeto al señor del Mal—.

Éste tomo el objeto entre sus manos.

—Bien hecho, Tomura—acarició los cabellos azulados de su pupilo—. Nunca me decepcionas.

Miró el objeto detenidamente.

—Con esto, seré imparable—dijo antes de estallar en una malvada carcajada—.

El bárbaro y el príncipe durmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora