Capítulo 19:Noche

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—Hoy te has superado, Katsuki—dijo Shoto, jadeando mientras se daba la vuelta, quedando cara a cara con el cenizo—.

Éste sonrió, orgulloso.

—¿Mejor que la otra noche, cierto?—jadeó Katsuki posando una mano en la mejilla de Shoto—.

Éste asintió mientras apoyaba la cabeza en el pecho desnudo de Katsuki. Ambos acababan de yacer en los brazos del otro y todavía estaban recomponiéndose.

—Te he echado de menos—Shoto sonrió tranquilo—.

—¿A mí solo o a mi cuerpo también?—dijo Katsuki—. Porque tener sexo cuando todos están abajo en la sala del trono ha sido idea tuya—Katsuki esbozó una sonrisa de burla—. Se notaba que me deseabas. Básicamente, pedías a gritos que te follara.

—Cállate y no arruines el momento—dijo el bicolor frunciendo el ceño, colocándose a la altura de Katsuki—.

El cenizo sonrió de nuevo.

—Yo también te he echado de menos—murmuró Katsuki con las mejillas rojas—.

Shoto sonrió y besó el puente de la nariz de Katsuki.

—Te amo—Shoto se sonrojó—.

—Y yo a ti, bastardo mitad-mitad— Katsuki unió sus labios en un beso cargado de amor—.

El beso se profundizó, llenándose de pasión y deseo. Katsuki se colocó encima de Shoto otra vez.

—¿Otra ronda?—Katsuki habló, separando apenas sus labios—.

—Pero ve despacio y disfrutemos el momento—Shoto pasó sus manos por el cabello cenizo de Katsuki—. Tenemos toda la noche.

El rey Enji se encontraba en la biblioteca del castillo, revisando uno de los centenares de libros que había allí

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El rey Enji se encontraba en la biblioteca del castillo, revisando uno de los centenares de libros que había allí. Sus ojos comenzaban a cerrarse, pero no quería dormirse, no aún.

Enji-san—dijo Hawks—. Deberías descansar algo—el alado bostezó, agotado—.

—No hasta que no encuentre con lo que busco—el rey frunció el ceño, enfadado—.

—Llevamos buscando horas, y casi todos los libros de la biblioteca han sido ya leídos—protestó Hawks—.

—¡Debemos encontrar una manera de exterminar al señor del Mal, no podemos dejar que siga con vida!—Enji tiró el libro al suelo, rabioso—. ¿¡No lo entiendes, Keigo!?

El alado suspiró y se acercó al rey. No quería llegar a esa situación, pero su rey pedía algo que lograse hacer desaparecer de la faz de la tierra al señor del Mal, y él lo tenía

—Quizá esto podría ayudarle—Hawks o Keigo, como realmente se llamaba, le extendió el papel que sostenía en su mano enguantada—.

Enji tomó el papel en sus manos y leyó lo que tenía escrito.

—Su hijo Toya encontró ese conjuro en el despacho de su hermano, Enji-san—Keigo tenía la voz quebrada, como si fuera a llorar—. Tiene una forma de acabar con él, majestad.

—Es perfecto—Enji miró al rubio con una sonrisa, pero su sonrisa desapareció cuando vio al alado llorar—.

El rey se levantó para acercarse a él.

—¿Qué ocurre?—preguntó—.

—Hay una pega, Enji-san. Si usa el conjuro, usted morirá con su hermano—Keigo agachó la cabeza para ocultar sus lágrimas—. Sé que suena horrible, así que...

—Estoy dispuesto—la voz de Enji sonó con firmeza—.

—¿¡Qué!?—Keigo alzó la cabeza—. ¿Quiere morir?

—Es algo que estoy dispuesto a aceptar si así mi familia y mis súbditos están a salvo—Enji estaba decidido—.

Aún así, no se esperaba la reacción del rubio:

—¡No puede hacer eso!—Keigo chilló—. ¡Por más que muera usted, seguirá habiendo seguidores del señor del Mal, por lo que su familia y súbditos nunca estarán realmente a salvo!

Enji suspiró y miró a su amigo.

—Keigo, debes entender mi decisión. Debo hacer esto por todos vosotros. ¿Acaso quieres morir a manos de mi hermano?—cuestionó el rey—.

—¡Simplemente no quiero vivir en un mundo en el que la persona más importante para mí muere!—gritó Keigo—. ¡Te quiero demasiado como para que mueras!—las lágrimas del de alas rojizas empapaban sus mejillas—.

Enji abrió los ojos como platos mientras Keigo desplegaba sus alas y se acercaba a una ventana.

—¿Keigo, qué has...?—el alado abrió sus brazos en cruz y cayó de espaldas por la ventana—. ¡Keigo!—el rey se asomó por la ventana, suspirando aliviado al ver que el alado batía sus alas—.

Miró cómo se alejaba del castillo, apenado.

—Es lo que debía hacer, Keigo—murmuró el rey con tristeza—.

Continuará...

Sólo quedan dos capítulos (sin contar este) y el epílogo :D

El bárbaro y el príncipe durmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora