Por fin ha llegado el día de nuestra graduación. Tras años y años de sacrificio, estudiando hasta horas intempestivas, cafés en vena para poder seguir con los párpados sin cerrarse, risas, fiestas universitarias, frustraciones, millones de trabajos, proyectos y exámenes, entre otras muchas cosas, me encuentro en ese dulce día en el que mi vida va a cambiar.
A partir de hoy ya no soy la niña, la hija, la amiga, la novia... Hoy soy una ciudadana más en el mundo, mayor de edad; ya no existiré únicamente para mi círculo de amigos y familiares si no para el resto del universo. Seré alguien importante, alguien con quien la gente contará. No es un simple día en el que nos ponemos la toga y el birrete esperando a que nos impongan la banda y nos den un trozo de papel a modo de pergamino, para después hacernos miles de fotografías y disfrutar de una fiesta entre amigos. Es mucho más, es el momento que separa el pasado de mi futuro. Deseo lanzarme con los ojos bien abiertos a todas las posibilidades que la vida me ofrezca, recibir lo que me venga con el mejor ánimo posible, a lo que sea, al amor, a ser responsable, más amiga, más adulta, trabajadora, esposa, madre. Ilusionada me enfrento a este nuevo día que será el primero del resto de esos nuevos que están por llegar, porque hoy, comenzaré una nueva vida...
—¡Sophie! ¡Jeremy está aquí! —Dejo de mirarme al espejo frente al que estoy recitando mi discurso de graduación cuando escucho la voz atronadora de mi padre. El discurso, ¿en qué hora acepté yo pronunciarlo? «Si quieres ser periodista, debes acostumbrarte a hablar en público, cariño», estas palabras que me dice mi madre cada dos por tres calan en mi mente, pero no llego a comprenderlas del todo. Inspiro profundamente y me echo un último vistazo antes de salir por la puerta con la cartera a juego con el vestido y el discurso en su interior.
Bajo los escalones con cuidado pues llevo unos tacones a los que no estoy nada acostumbrada y temo caerme. Al pie de la escalera veo a mi novio, Jeremy, con el traje que se ha comprado exclusivamente para hoy con el dinero de su primer trabajo. Lleva en la mano la clásica flor que toda chica debe llevar el día de su graduación, le sonrío y él me la devuelve con el brillo de sus ojos refulgiendo aún más, si es eso posible. No hay dos personas más conectadas ni enamoradas que nosotros, a veces siento miedo que esto pueda ser un simple estado adolescente y que se evapore con el tiempo. Entonces él me mira a los ojos y agarrándome de la mano me transmite la seguridad que necesito.
—Estás deslumbrante —esas son las dos palabras que hacen que esté aún más convencida de mi elección del vestido. Fui con mi madre a una de las boutiques más elegantes de Seattle y también la más cara, pero mis padres no quisieron escatimar en gastos para la graduación de su única hija. Me probé varios vestidos hasta que di con el adecuado, el mío, blanco hasta la rodilla, completamente liso, con un cinturón dorado y cogido de un extremo al hombro mientras el otro queda al aire. Mi madre cuando me vio con él se emocionó como si estuviese viendo mi vestido de novia al tiempo que mi padre la cogía de los hombros sonriendo aguantando la emoción. Sandalias doradas a juego y cartera del mismo tono completan el «conjunto graduación» muy al estilo griego.
—Tú también estás muy guapo —Jeremy me besa en la mejilla pues delante de mis padres le puede la vergüenza y se contiene. Saca la flor de la caja en la que está guardada y me la pone en la muñeca terminando con un beso en mi mano.
—¡Atención, foto, foto!—Mi madre nos saca de ese mágico instante en el que nos hemos sumido al mirarnos. Jeremy se sitúa junto a mí al pie de escalera, me rodea la cintura con su brazo y sonreímos a cámara. Después de unas cien instantáneas, pues mi madre es una apasionada de la fotografía, conseguimos llegar al coche. Mi padre conduce mientras mi madre le va diciendo por dónde ir y cómo debe hacerlo, lo que acaba en discusión sin remedio. Vuelvo a guardar la flor en la caja para ponérmela de nuevo cuando vayamos a la fiesta post graduación. Al cabo de quince minutos llegamos al campus donde nos vamos a graduar. Me despido de mis padres por un rato y voy en busca de mi mejor amiga junto a Jeremy.

ESTÁS LEYENDO
Simplemente perfecta
RomanceSophie es una chica dulce e ingenua que un día tiene que hacer una entrevista a un Amo. Lo que ella no esperaba era que ese hombre tan peligroso para ella se convertiría en el hombre al que más querría jamás. Sin embargo no todo puede ser fácil y lo...