9

14 1 0
                                    

Un tono, dos... Al tercero la voz grave de Nathan me saluda efusivamente.

—Hola pequeña, no te imaginas que alegría me da saber de ti —un escalofrío me recorre al escuchar sus palabras, no sé si es por el tono, por el morbo de saber lo que representa o porque realmente este hombre me impone demasiado.

—Gracias Nathan, siempre es agradable recibir cumplidos. Espero no molestarte.

—Nunca podrías pequeña, pero dime antes de nada ¿cómo se portó mi amigo contigo? Espero por su bien que fuera todo lo correcto y amable que le pedí explícitamente que fuera. ¿Te trató bien? —¿Qué si me trató bien? Al recordar a Allen un nuevo estremecimiento se apodera de mí pero este es diferente al que acabo de sentir al pensar en Nathan.

—No tienes nada de qué preocuparte, fue muy bueno conmigo. Te llamo porque necesito más información. Mi jefa ha leído el primer borrador y le ha encantado. ¿Podríamos vernos hoy para continuar?

—Cuánto lamento oírte pedirme de nuevo una reunión pero he tenido que salir de viaje por negocios y voy a estar ausente varias semanas —Oh no, adiós a mi oportunidad en la revista. No quiero aparentar decepción pues se ha portado maravillosamente conmigo buscándome incluso a un amigo suyo para poder llevar a cabo mi entrevista, pero en el fondo siento unas ganas tremendas de llorar al pensar que no voy a poder continuar con esto.

—Bueno no te preocupes entonces, intentaré hallar alguna solución —contesto dubitativa bajando el tono de voz pues mi jefa acaba salir de su despacho camino a la sala de reuniones y en dos segundos pasará por delante de mi cubículo.

—Déjame que hable con Allen. Estoy seguro que no tendrá ningún problema en volver a reunirse contigo.

—No, espera —y la comunicación se corta de golpe.

Citarme de nuevo con su amigo, el que provocó que mi cuerpo se rebelase ante un simple roce de su mano y sus labios sobre mis nudillos. Oigo un gemido ahogado y cuando soy consciente de que ha salido de mi boca me llevo la mano a mis labios para cerrarlos sin poder evitar un largo suspiro, con tal solo pensar en Allen. ¿Qué me está ocurriendo?

                                                                                ***

—No puedes pedírmelo de nuevo tío, tengo una vida y no puedo jugar a cuidar a tus juguetitos mientras tú estás por ahí de negocios.

—Vuelve a llamar a Sophie juguetito y te rompo las piernas aunque tenga que mandarte un sicario. Esa mujer es importante Allen, no es ninguna sumisa, es la que será mi mujer así que después de todos los favores que te he hecho podrías hacerme este a mí. ¡Si no fuera tan importante no te lo pediría maldita sea! —«estoy bien jodido», no es que le guste como sumisa, es que se ha pillado por ella pero quién no lo haría. Ese rostro de ángel, mejillas sonrosadas, insegura pero con tanto potencial... Dios, es un bombón. No entiendo cómo Nathan no ha visto que Sophie es una sumisa en potencia. No puedo creer que esté pensando en la mujer de mi amigo de esta forma, si ni siquiera me gustan las mujeres como ella, pero joder... es que tiene algo.

—Está bien, le mandaré un mensaje a tu «pequeña» y volveré a hablar con ella pero me debes una y muy grande —tras escuchar un par de insultos de la mano de mi compañero y amigo cuelgo el teléfono, busco en la agenda el número de Sophie y le indico hora y lugar de nuestro segundo encuentro. Espero por lo que más quiera Nathan que sea el último.

***

Allen me ha enviado un escueto mensaje en el que me ha citado de nuevo en la misma cafetería a las seis de la tarde. Miro el reloj y veo que me quedan cuarenta minutos antes de la cita pero sigo trabajando en la oficina así que nada de pasar por casa a arreglarme un poquito. Voy al baño con mi neceser de emergencias que guardo en el tercer cajón de mi escritorio y trato de ponerme un poco de colorete y máscara de pestañas. Tampoco es como si se tratase de una cita real, ¿por qué me preocupo? Al volver a mi mesa comienzo a recoger y veo que Ethan me ha escrito un mensaje preguntándome si quiero comida casera para cenar y es que le encanta cocinar. Al tener el día libre estoy convencida que se lo ha pasado cocinando como un loco y quiere que probemos sus dotes culinarias nuevamente. Le respondo que será un placer y le pregunto por Nora. Desde ayer no sé nada de ella pero él tampoco así que le envío un mensaje. Al rato me tranquiliza saber que está con Bruno en su casa y que no la esperemos para esa deliciosa comida casera. Por cierto, ese es el último chico con el que está saliendo o acostándose porque nunca he sabido muy bien si realmente ha llegado a enamorarse de ninguna de sus parejas.

Simplemente perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora