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Suelto los papeles que llevo elaborados hasta ahora de la entrevista del Amo para la revista de muy malas maneras en la mesa demasiado descontrolada tras releerlos sin parar. No sé qué me ocurre pero tengo la respiración acelerada y estoy sufriendo unos terribles calores a pesar de estar en noviembre. Me abanico con la mano mientras miro fijamente los papeles que he soltado como si quemaran encima de la mesita del salón. Nora entra por la puerta peleándose con alguien por el teléfono, se para en mitad de la sala y dando un par de gritos cuelga el teléfono rabiosa.

—¿Todo bien? —Le pregunto mirándola preocupada.

—Ahora sí —pero al parecer no lo está, se toca la frente pasando la mano por su largo pelo revolviéndoselo. Cuando no controla una situación y se siente impotente es el gesto que delata que algo ocurre pero hasta que no se calme, sé que no me lo dirá.

—Ven y siéntate aquí —alargo el brazo para que se acomode en el sillón junto a mí y tras echarme una mirada triste, lo hace. Tiene problemas en el trabajo con su jefe que la está presionando demasiado con el caso que está llevando. Paso el brazo por sus hombros y se echa sobre mí. Permanecemos en silencio un rato hasta que está más calmada y se acerca a ver los papeles que he lanzado sobre la mesita que tenemos enfrente. Sin poder evitarlo los coge y se vuelve hacia mí.

— ¿Qué es esto?

—Nada importante —trato de quitárselos pero es más rápida y se levanta con ellos mientras los lee. De un salto corro tras ella pero es más fuerte que yo y con una simple mano me echa hacia atrás.

—Esto son cosas relativas a un amo, ¿no me digas que el tipo ese te ha convencido y te vas a hacer sumisa? —Me mira con la risa en la cara mientras yo le lanzo una mirada furiosa.

—Déjate de decir tonterías, ¡pues claro que no! Por si no te acuerdas tengo un reportaje que hacer para mi querida jefa. De eso se trata, el hombre que conocí en el club no ha podido acudir a la entrevista pero me está ayudando a través de un amigo suyo.

—Es cierto que tenías la cita con el hombre Dominante, ¿y qué tal? ¡Cuenta por esa boca! —Nora me devuelve los papeles ávida de saber más pero no pienso contarle absolutamente nada.

—Tendrás que comprar la revista para saber más.

—¿En serio? No me lo puedo creer, ¡yo te llevé allí! —Me grita irritada por no salirse con la suya.

—Sí, y casi salgo violada de allí. No te preocupes que en breve le mandaré un borrador a mi jefa y pronto comenzaré a trabajar a fondo con la entrevista que desea publicar, aunque yo, si te soy sincera, no entiendo a qué viene tanto interés —le digo de forma desinteresada como si el leve roce con Allen no hubiera revolucionado mi cuerpo y mi piel no hubiera ardido.

—Detalles, detalles... ¿Y qué tal el hombre? Si no te interesa le puedes pasar mi teléfono... —Le echo una mirada reprobatoria a la vez que la señalo con el dedo índice.

—Ni se te ocurra, tengo que hacer este trabajo lo mejor que sepa. Mi ascenso depende de ello. Cuando acabe es todo tuyo.

Su teléfono vuelve a sonar y tras mirarlo con desgana lo coge y descuelga, se marcha a su habitación y allí se pasa un buen rato. Yo aprovecho este momento de soledad para ir redactando el borrador para mi jefa hasta que mi compañera de piso sale arreglada y bellísima con el bolso en mano.

—No me esperes levantada.

—¿Quién era? —Quiero saber antes de que salga por la puerta. Hace un rato estaba enfadadísima y unas horas después está tan fresca como una rosa.

—Bruno, ya sabes que lo nuestro es una relación tormentosa que viene y va. Hemos quedado para cenar y lo que sea —se acerca a mí, me da un beso en la cabeza y se marcha deslumbrando a cada paso que da.

Yo sigo centrada en mi tarea de acabar el borrador pues mañana mismo quiero dárselo a mi jefa esperando que sea lo que busca. ¡Dios me juego tanto! Ethan tiene turno en el trabajo y Jeremy ha salido de fiesta también así que varias horas después sigo en casa trabajando como una esclava hasta que caigo rendida en el sofá.

                                                                                                  ***

Al día siguiente me levanto con las primeras luces del alba y me arreglo con rapidez para ir a la oficina de las primeras. Anoche acabé el borrador pero quiero darle una última vuelta antes de que lo vea la jefa. Llego de las primeras y lo termino. A mi modo de ver está perfecto. En cuanto llega mi jefa me dirijo a su despacho, con un intervalo de quince minutos en los que enciende su portátil y se bebe su primer café. Llamo a la puerta y oigo que me deja entrar.

—Querida Sophie, ¿tienes ya algo para mí?

—Sí, Sandra, aquí lo tienes —le entrego los folios perfectamente encuadernados mientras me siento en la silla delante de ella. Le echa un vistazo apoyando el dedo pulgar en el mentón y el índice en la barbilla. Sus ojos no tienen expresión, como cada vez que lee algo relacionado con el trabajo. Jamás sabes lo que está pasando por su mente y eso asusta terriblemente. Aguanto la respiración pues no quiero hacerme notar, estoy tan asustada por su reacción que ni siquiera pestañeo. Al cabo de cinco largos e intensos minutos, lo cierra, lo deja sobre su mesa apoyando ambas manos sobre él y me mira frunciendo los labios.

—Es muy bueno Sophie, enhorabuena, vas por buen camino —¿Un cumplido? No lo puedo creer, entre sorprendida y feliz le agradezco sus palabras y salgo de allí con la clara intención de llamar a Nathan para una segunda ronda.

Simplemente perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora