Cinco años después
Es curioso cómo cambia la vida. Nunca sabes cuál va a ser el día que más te va a marcar, el que va a definir el resto de tus días hasta que lo vives. Hace exactamente cinco años vivía en la cúspide de la felicidad, me graduaba y disfrutaba del mejor momento de mi vida, esa que estaba a punto de comenzar...Mil ochocientos veinticinco días después me encuentro en una situación totalmente diferente, ya no hay calor familiar, amor en mi vida y el trabajo de mis sueños ni siquiera se vislumbra cercano.
Como cada año estoy en el cementerio de Seattle poniendo flores en la tumba de las dos personas más importantes de mi vida que me abandonaron sin quererlo de un plumazo. Un terrible accidente sesgó sus vidas y me quedé sola, y a oscuras. Si no hubiera sido por Nora y Jeremy no habría podido continuar caminando. Ellos me mantuvieron en pie cuando yo no era capaz de ello. El dolor era tan profundo que ni siquiera en sueños descansaba, pesadillas poblaron mi descanso durante tanto tiempo que incluso llegué a pensar que jamás me repondría. Aunque suene duro, lo hice, en parte. Jamás superas la muerte de tus seres queridos, mucho menos la de unos padres, pero aprendes a convivir con ese dolor poco a poco, día a día, un paso tras otro.
Tampoco fue sencilla mi relación con Jeremy, desgraciadamente la distancia pudo con nosotros y hace dos años, se acabó. Yo creo que por él hubiera terminado con ello mucho antes pero me vio tan desolada por la muerte de mis padres que se compadeció de mí y continuó fingiendo que todo marchaba bien, aunque ambos sabíamos que no era así. Antes de eso nos despedimos en septiembre con el corazón compungido por tener que estar alejados pero era necesario para desarrollar nuestras carreras. Yo estudié Periodismo en la universidad de Columbia mientras que él se marchó a Nueva York a estudiar Medicina. El primer año lo sobrellevamos con viajes de aquí a allí pero poco a poco nos fuimos enfriando. Al año siguiente sucedió la tragedia de mis padres y estuvo a mi lado más que nunca, incluso perdiendo clases y hasta suspendiendo varias asignaturas. Finalmente llegó el momento en el que nos dimos cuenta que estábamos alargando lo inevitable y cuando reunió la fuerza necesaria para hacerlo, me dejó.
No es que me dejara de golpe sumiéndome más en el profundo abismo pues ya sabía que la relación no iba bien, aún así fue un mazazo para mi desangelado corazón y sufrí mucho por la ruptura. Jeremy quería seguir presente en mi vida pero le rogué que se marchara para no volver, al menos por un tiempo. No podía soportar estar junto a él en la misma habitación en esos momentos. Nora me ayudó a explicárselo porque después de haber compartido tantas cosas y ser tan especiales el uno para el otro, costaba mucho no seguir compartiéndolo todo, aunque era vital para mí.
De aquello hace ya tres años. Desde entonces me decidí a volver a ser la misma que era aunque sé que eso es prácticamente imposible. Cuando tu vida ha sido marcada trágicamente es bastante complicado ser la misma persona otra vez. Durante un tiempo fui más bien una sombra hasta que poco a poco la luz fue entrando de nuevo en mi vida. Yo no sería quien soy hoy si no fuera por dos personas, mis mejores amigos, Ethan y Nora. A Ethan lo conocí porque la loca de mi amiga dejó el fuego encendido mientras ligaba con el guaperas de turno, en este caso cartero, y la cocina comenzó a arder. Él llegó junto a sus compañeros cuál salvador y afortunadamente no tuvimos que lamentar muchos daños a excepción de unos cuantos tortazos que le di debido a la tensión del momento. Efectivamente nuestro amigo es bombero y sí, es de los que están que quitan el hipo, ojos claros, pelo corto moreno, barbita y un cuerpazo. A veces creo que tontea con Nora pero, o ella se hace la despistada o no le interesa.
Actualmente trabajo en un par de periódicos locales a la espera de que me llegue mi gran oportunidad. No es que esté muy contenta pero al menos paga las facturas y me permite vivir de forma tranquila. Nora se irrita muchas veces porque tras la muerte de mis padres me quedó una cantidad muy generosa pero es un dinero que no quiero tocar a no ser que sea un caso de extrema necesidad. Vivimos en un piso de alquiler en el centro de Seattle pues nos tuvimos que mudar del que Nora incendió porque la casera quería matarnos. Con el tiempo fuimos tres así que ahora mismo vivimos Nora, Ethan y yo. Al principio pensé que iba a ser algo complejo vivir con un chico tan guapo pero nuestro amigo nos facilita las cosas cada día. Cuando Nora y yo comenzamos la convivencia le exigí cumplir unas normas pues no me apetecía tener que ver al que se había ligado la noche anterior nada más levantarme. Con Ethan hicimos lo mismo y en todo este tiempo jamás lo he visto con una chica aunque estando tan bueno estoy convencida que serán muchas. En esto Nora discrepa pero sé que en el fondo no se lo cree ni ella misma.
—Yo creo que es gay, Sophie —dice mi compañera de piso mientras desayunamos en la cocina.
—¿Cuántas veces me lo has dicho y cuántas te he dicho que no tiene pinta de gay? —La verdad es que es un tema que ya me saca de quicio, no hace más que decírmelo para que se lo confirme cuando yo no tengo la más remota idea y además creo firmemente que no lo es.
—Soph, no es normal que en el tiempo que llevamos juntos no se haya traído a nadie a casa y tampoco sepamos si tiene vida sexual —cierro los ojos ante la imagen mental que acude a mi cabeza y que desearía no tener de ninguno de mis amigos.
—Mira que eres bruta y pesada. Si tanto te intriga ¿por qué no se lo preguntas tú misma?
—¿Qué os intriga, pequeñas? —El susodicho hace su aparición en la cocina con el pantalón del pijama y una camiseta de manga corta marcando su escultural cuerpo. Observo a Nora que lo mira de soslayo pero no se pronuncia, se limita a tomarse los cereales.
—Nora quiere hacerte unas preguntas pero tranquilo que se ha dejado las esposas en comisaría —digo levantándome del taburete haciendo que Nora se atragante y me mire como si me hubiera poseído un demonio. Ethan abre los ojos asombrado sin entender de qué va la cosa y yo me voy a mi habitación a vestirme para ir al trabajo.
***
Subo las escaleras del metro corriendo con la certeza de que en algún momento me caeré pero si no lo hago no llegaré a tiempo al trabajo en el periódico donde hago reportajes sobre maquillaje y trucos para que las mujeres luzcan guapas de día, de noche, en un cóctel, una fiesta... No es que sea el trabajo con el que soñé pero de momento es lo que tengo aparte del trabajo en la revista «Amamos los animales» donde escribo una columna semanal sobre cuidados para las mascotas. Tres horas después ya tengo el reportaje casi listo. Hasta dentro de dos días no tiene que estar en la mesa del editor por lo que me voy antes a casa.
—Sophie ¿puedo hablar contigo antes de que te marches? —Oigo la voz de mi editor a mi espalda.
—Claro, señor Garrett —le contesto dirigiéndome hacia su despacho donde me espera en la puerta. Entramos en el interior y me invita a sentarme.
—Sophie, quería darte la enhorabuena por tus reportajes una vez más. Nuestras lectoras están encantadas con los trucos magníficos que les das cada semana aunque sé de sobra que eso no es precisamente lo que te motiva —no sabía que se me notaba tanto, espero que no sea razón para despedirme...
—Bueno, yo...
—No tienes por qué darme ninguna explicación —hace una pausa que se me hace eterna —. Comprendo que este no es el trabajo que deseas y hace poco me ha llegado una oferta de una revista que anda buscando a una periodista para ocupar un puesto de redactora. He pensado en ti, tan solo queda que me digas que sí y te daré la dirección para hacer la entrevista.
No me puedo creer que mi jefe me esté ofreciendo la oportunidad de entrar en una revista como redactora, no sé ni qué responder. El señor Garrett ve que no soy capaz de reaccionar así que me facilita las cosas.
—Sophie, si me dices que te interesa, por mucho que me moleste dejarte ir, ahora mismo llamaré a Sandra y le diré que tengo una persona interesada. ¿Qué me dices?
Y así es como sin darme cuenta consigo abandonar los primeros trabajos que he tenido como periodista y que, francamente, no me han llenado. Asiento con la cabeza y mi jefe levanta el auricular para hablar con la tal Sandra. Tras unos minutos de conversación me confirma que mañana a las nueve de la mañana tengo una reunión con la señora Sandra Speen para aspirar al puesto de redactora en su revista «Hechizo».
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Simplemente perfecta
Lãng mạnSophie es una chica dulce e ingenua que un día tiene que hacer una entrevista a un Amo. Lo que ella no esperaba era que ese hombre tan peligroso para ella se convertiría en el hombre al que más querría jamás. Sin embargo no todo puede ser fácil y lo...