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—Un espectáculo magnífico, bravo. No sabía que te dedicaras a bailar y cantar en tu trabajo —me dice mirándome fijamente mientras aplaude lentamente un par de veces.

¿Pero cómo puede estar tan guapo? Un traje negro, camisa blanca y corbata del mismo color del traje hacen que me estremezca al mirarlo más despacio a pesar de su comentario. Este hombre tiene la capacidad de excitarme al mismo tiempo que me saca de mis casillas.

— ¿Y tú qué haces aquí otra vez? Voy a empezar a pensar que vienes a verme —no sé de dónde sale eso pero dicho queda. Mis pulsaciones se disparan al ver que me sonríe y se acerca a mí. Me echo hacia atrás un momento pero de pronto la alegría que me ha inundado al salir del despacho de mi jefa, se convierte en mi adrenalina y no huyo.

— ¿Eso te gustaría? —Me pregunta acercándose tanto que nuestras narices se rozan, sentimos el aliento del otro en la cara y hasta me atrevería a decir que puedo escuchar latir su corazón fuertemente. Estoy tan tensa que parezco un bloque de piedra aunque mis manos tienen vida propia y viajan hasta su cara. Acaricio sus mejillas, el mentón y rozo sus labios con una suave caricia que no le es indiferente —. Sophie...

No puedo decir quién de los dos es el que se lanza a devorar los labios del otro, lo único que sé es que Allen me ha estrechado contra él y me tiene apoyada contra la puerta del baño mientras nuestras bocas se posan una sobre la otra. El beso no es suave ni tierno, es exigente y húmedo. Me presiona de tal forma que abro los labios y busca su lengua deleitándose con ella, enroscadas como dos serpientes. Yo quiero más, lo aprieto más fuerte contra mí pero él abandona mi boca y comienza a besarme por el cuello más tranquilo, dulcemente ahora. No consigo contenerme y un gemido de placer escapa de mi boca. Como un resorte se aleja de mí y me mira arrepentido. Confusa y aún excitada lo observo sin comprender qué ha pasado. Yo deseo que me bese y por supuesto que él también.

—Lo siento... yo... no pretendía hacerlo. Perdóname —y tras decirme esas palabras que no entiendo se marcha sin darme tiempo a responderle.

***

¡Qué he hecho joder, qué he hecho! Es la mujer que quiere Nathan, no deja de repetírmelo. ¡Cuántas veces tengo que decírmelo! ¡Es prohibida! ¿Quizá por eso me atrae tanto? ¡Qué gilipolleces digo! Claro que no es por eso, deseo a esa mujer con cada fibra de mi ser desde que la vi la primera vez preguntando por mí en la barra de aquella cafetería. No consigo descifrar qué es lo que tiene, qué hace que mi cuerpo se rebele y desee follar con ella, hacerla sentir bien durante horas. Esto no puede seguir así, tengo que apartarla de mi mente como sea.

—¿Erica? —La mujer que siempre está dispuesta para mí atiende mi llamada al segundo —. Necesito verte cuanto antes y tráete a Allison, vamos a pasarlo bien, cariño.

Apoyada en la puerta del baño sigo desconcertada sin saber qué demonios ha pasado, de estar en sus brazos sintiendo cómo nos besábamos y lo estábamos disfrutando, a pedirme perdón por haberlo hecho. Una chica llega hasta mí y me mira extrañada al estar obstaculizándole el paso. Como una tonta le sonrío y me aparto aunque la chica ya debe pensar que estoy como una cabra. Si antes estaba jodida pensando constantemente en Allen ahora ya no sé qué voy a hacer después de haber probado sus labios. Al pensar en ellos me estremezco sin remedio. Su aroma, su calidez, su sabor... Meneo la cabeza negando lo que acaba de pasar y lo que he sentido. Tengo que centrarme en mi trabajo, en ser la mejor subdirectora que haya tenido esta revista y no pensar en hombres. Ardua tarea tratándose de él...

Por fin llega el día de sacar la revista a la calle y ver las opiniones de nuestras lectoras. Me siento exactamente igual que cuando un escritor publica su obra pues es la primera vez que escribo algo para una revista tan importante. Mi jefa me ha dicho que va a ser un éxito rotundo pero yo no lo tengo tan claro. Hoy Ethan no trabaja así que antes de estallar ante la tensión que han creado esos dos desde el día que se pelearon, voy a su habitación a hablar con él. Abro la puerta sin llamar pues he oído ruido en el interior y es que aunque no trabaje es madrugador.

Simplemente perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora