Aura distinta.

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T/N Parker.

El apetito se me ha esfumado por completo, así que lentamente bajo la rebanada de pizza al plato y la dejo ahí, el silencio se ha formado nuevamente y lo único que parece llenarlo es la música que hay de fondo. Me doy cuenta de que la lista de reproducción está en aleatorio, ya que de canciones tristes pasan a movidas y después a alegres, todo así sucesivamente. Aunque es lo que menos me interesa ahora, ya que toda mi atención está puesta en mi plato, ya que no tengo el valor de alzar la mirada.

No ha sido mi noche, bueno, realmente en mi hogar jamás podría haber una noche tranquila o buena para mí, siempre tiene que haber problemas o discusiones con mi padre que me hagan salir corriendo de ahí para calmarme. La discusión que tuvimos hace un rato, fue suficiente para hacerme sentir que necesitaba la compañía del castaño que tengo a un lado, ya que no podía sola con mi tristeza.

En mi mente aún se reproducía la discusión.

Estaba tan tranquila en mi habitación, revisando las fotos que había tomado en el acuario y seleccionando las mejores, de vez en cuando sonreía sin darme cuenta y le echaba miraditas al peluche de delfín que tenía en mi cama. Parecía una tonta enamorada mirando aquel objeto que me había regalado el ojiverde que alegraba mis días, no iba a mentir y decir que esa tarde en el acuario no había sido uno de los mejores momentos de mi vida, porque realmente lo fue.

Me doy cuenta de que en una de las fotos salgo yo muy entretenida observando a un pez que se posó delante de mí por unos segundos, deduzco que fue Aidan quien tomó esa foto y debo darle puntos a su favor ya que la foto salió demasiado bien. Así que se vuelve una de mis favoritas sin dudar y paso a la siguiente en donde ya es en el estanque de delfines.

—¡T/N! —alguien aporrea mi puerta y sé que es papá.

Rápidamente me encargo de esconder la cámara en mi armario y coloco el peluche bajo mis sabanas ya que no quiero que papá lo vea. Una vez que tengo todo bien escondido y oigo como papá vuelve a aporrear mi puerta, me encamino para abrirla y encontrármelo con un semblante enojado.

—¿Qué pasa? —intento de que la voz no se me oiga nerviosa.

—¿Qué has estado haciendo estos días? —pregunta con una voz intimidadora.

Trago saliva y pienso en una respuesta, cuando papá pregunta algo así, es porque se ha enterado de cosas que yo me encargo de mantener ocultas.

—Ir a la escuela —digo —. ¿Qué más podría hacer?

Mi respuesta no le convence en lo absoluto.

—Me estás mintiendo —dice entre dientes.

—Claro que no.

—Quiero la verdad o...

—¡Es la única verdad! —grito, cansada de su actitud —. ¡Además no entiendo tu enojo! ¡Pensé que no te importaba lo que hacía con mi vida!

Claramente mi tono no le ha gustado, así que me toma por los brazos con demasiada fuerza, sintiendo como sus dedos se clavan en mi piel y es en ese momento en donde maldigo tener puesto una blusa de tirantes y ser de piel un tanto sensible.

Tendré marcas por eso, estoy segura.

—¡¿Con que derecho me hablas así?! —me sacude con fuerza, enterrando más sus dedos en la piel de mis brazos —. ¡No eres nadie! ¡¿Me oíste?! ¡Nadie!

Me suelta de golpe, haciendo que me tambalee por unos segundos, pero logro mantenerme de pie.

—Más te vale que tengas cuidado con lo que haces —me advierte —. Sabes que no puedes ocultarme nada, siempre sabré sobre lo que haces.

H E A V E N (Aidan Y T/N) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora