La vida es una perra mentirosa.
Eso lo leí en otro libro que algún día recordaré. El punto es que tenía toda la razón, todos hemos sido engañados por la vida de alguna manera, alguna vez. Quizás fue hace mucho, quizás fue hace poco, quizás lo superaste o quizás no. Lo único que puedo decirte es que no malgastes lo que te queda de existencia pensando en algo que pasó, porque tal y como dice la palabra: pasó. Pasó, por qué ya está en el pasado y aunque sé que puede ser muy doloroso, debes superarlo. Tal y como lo hicieron los gemelos Prince.
"Pero ¿Quienes son ellos?"
Seguro pensarán eso en éstos momentos. Y yo se los responderé. De una manera bonita y poética.
Pero recuerda que incluso el cielo más hermoso, solo necesita un par de retoques para convertirse en el infierno más caótico.
***
Todo comenzó en aquel enorme campo de trigo dorado, cuya belleza era resaltada por el sol de un atardecer glorioso. Un lago de agua cristalina se removía con la misma delicadeza que el viento que soplaba suavemente en aquel aparentemente imposible pero hermoso paisaje.
Un joven que dormía profundamente entre el trigo, despertó con la respiración agitada, producto de pesadillas, visiones y susurros que invadían su cabeza.
Su cabello azabache, perfectamente desordenado, le caía sobre la cara. Atrapando sus ojos escarlata. Su pálida piel sudaba de forma desenfrenada. Sin contar el dolor que apuñalaba su cabeza y tiraba de sus venas. Después de unos segundos, logró estabilizar su respiración y se detuvo el sudor incesante, pero el dolor de cabeza seguía igual de insoportable.
Se puso sobre sus pies con algo de debilidad. Entrecerró sus ojos mientras movía su vista de un punto a otro, examinando el sitio que lo rodeaba. Reconoció el cuerpo que yacía inconsciente junto al lago de cristal y trató de correr hacia la chica. Cayéndose de costado en el intento. "No intentes correr, si ni siquiera sabes caminar" decía otro libro. El chico se decidió por gatear torpemente hasta quedar a la orilla del lago. Contempló por unos segundos la figura durmiente de su hermana. Su cabello corto y rosado como algodón de azúcar, sus largas pestañas y su delgado pero ejercitado cuerpo cubierto por un traje blanco con unas iniciales a la altura del corazón.
La chica abrió los ojos de golpe, pero antes de que pudiera reaccionar, el joven se inclinó rápidamente hacia el lago sintiendo arcadas. La chica al prevenir lo que venía, le quitó la mascarilla antigases de la cara y la nariz. Efectivamente, el chico terminó vomitando un par de espigas de trigo, que no tenía ni la menor idea de cómo habían ido a parar a su estómago.
—Alek —lo miro expectante, quitándose la marcarilla—. ¿Que demonios...?
No tardó mucho en arrepentirse de hablar, porque también empezó a tener arcadas. Alek seguía sin decir nada, ni expresar nada. Solo le apartó el cabello de la cara con las manos para que ella se inclinara hacia el agua, igualmente.
—¿Dónde estamos? —perguntó Pink al mismo tiempo que correspondía el abrazo de manera fraternal.
—Lo mismo me pregunto yo —respondió separándose del abrazo y poniéndose de pie.
Estaba empezando a recobrar fuerzas.
—Lo único que recuerdo en este momento es una explosión, una luz y una voz molesta.
—Puedo decirte lo mismo.
Ciertamente ambos recordaban la misma escena de la explosión, un caótico espectáculo de luces y una voz de Mujer. Pink extendió su brazo para que le ayudara a levantarse y después de que estuvieron de pie. El viento cambió de dirección de manera irregular formando una especie de sendero a través del trigo. Alek puso una expresión de confusión mientras una sonrisa se dibujaba en el rostro de su copia. La copia que no solo le copió el apellido sino también la cara y el día de nacimiento. Su mejor copia.
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La nación de cristal
FantasyEste libro cuenta la historia de los gemelos Prince, que atravesaron un portal para buscar información sobre su familia, encontrándose con todo un mundo nuevo, dónde las personas mágicas son separadas de la sociedad y posteriormente militarizadas. ...