17- Pink

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A veces las cosas pueden ser más turbias de lo que imaginan nuestras mentes humanas.

Unas horas antes del ataque al laboratorio tuve otra de esas noches, soñando con volver a la tierra. El olor del expreso de mi cafetería favorita, en mi mesa favorita, riendo con Jared, Kira y Alek.

—¿En serio tienen un primo tan insoportable? —se reía Jared mientras que yo le contaba de Charles— Yo tengo amigos engreídos, pero tu primo los sobrepasó a todos.

Jared y yo manteníamos nuestra conversación mientras que Kira y Alek mantenían la suya, como en los viejos tiempos.

La ilusión se acabó bastante rápido, pues desperté cuando el sol me dió directo en la cara. Cosas que pasan cuando vives en el castillo y la regla número 11 de las princesas es despertar al amanecer. Escuché el «Toc Toc» en la puerta de mi habitación seguido de la voz de la sirvienta asignada a mi área.

—Buenos días, princesa —saludó—. ¿Puedo pasar?

—Por supuesto, Celine.

Entró rodando un estante móvil en el que traía tapado lo que claro era mi desayuno. Regla número 32 de las princesas: el desayuno debes comerlo en tu habitación, el almuerzo en el patio trasero y la cena en el comedor del castillo junto con los demás miembros de la familia real. Me levanté de la cama y fuí directo a cepillarme los dientes. El baño tenía paredes de espejo y tanto el retrete cómo el lavamanos estaban hechos con piezas de cuarzo blanco unidas con oro fundido. Todavía no entiendo de dónde sacaban las cantidades industriales de cuarzo que se requería para realizar tales cosas. Después de lavarme la cara con jabón de rosas —literalmente hecho con pétalos de rosa y otros veintisiete ingredientes desconocidos— salí para finalmente comer mi tostadas con mermelada de fresa y una taza de un té azul fluorescente que también suelen ofrecer en las cafeterías de los refugios.

—¿Quién autorizó el té de flores de aurora? —le pregunté a Celine la sirvienta.

—La reina Lidia lo permitió ya que el príncipe Jason y usted están residiendo en el castillo y hoy es un día especial. En realidad el té no fué preparado en el castillo, fué traído ya procesado desde el refugio Topacio.

—Gracias por la información.

—Princesa —dijo y sacó un papel de su bolsillo—, el príncipe Charles me pidió personalmente y que le entregara esto de forma discreta.

Me lo entregó para que leyera lo siguiente:

"Pink, me adelantaré para no levantar sospechas. No es necesario que vuelvas en la noche al castillo ya que mamá estará muy borracha cuando caiga la noche, y el tío Leroy y la tía Lidia salieron de madrugada. Seguro que planean llegar a la ciudad de Lapislázuli al anochecer, siempre pasan el fin de año allá. Al fin y al cabo, es un día de parejas. Te esperaré en la estación de rapiesferas de la ciudad abandonada de rubí a las 3:00pm."

—Celine, saldré en media hora —dije con determinación.

—¿Quiere que le avise a sus caballeros escoltas? —se paró firme como militar.

—No. Llamaré a mi escolta del refugio.

Después de un baño rápido con líquidos y ungüentos de princesa, me vestí muy normal. Casi ni parecía princesa, porque sí; Regla número 21: siempre debes hacerte notar como una princesa. Aunque no le veía tanto sentido si ese día la reina no me estaría supervisando y la tía Gwendolyn de seguro estaría muy ocupada como para notar que me fuí. Vestía unos shorts, un suéter rosa y un muy llamativo abrigo de piel de oso. Me puse aros en las orejas y recogí mi cabello en una coleta. Le envié un mensaje a Auglia que por suerte leyó bastante rápido, gracias al universo esa mujer prácticamente no dormía.

La nación de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora