18- Alek

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¿Que tan complicado puede ser desencriptar unos archivos del gobierno?

Solo una semana después del asalto comenzaban de nuevo las clases. La seguridad y la vigilancia en el refugio había incrementado. Ahora se le exigía a todos los estudiantes permanecer dentro del refugio durante el cierre de las rejas. Si alguno desobedecía aquella regla, sería sancionado con hacer servicio en la cafetería durante sus horas libres y no podría volver a salir a la ciudad hasta cumplir cincuenta horas de trabajo. Hubo un intercambio de agentes entre la capital y las ciudades menores, por lo que muchos activos de la rebelión ahora estaban regados por todo el país, de manera que había gente nueva en el refugio. Morenyt seguía viviendo donde siempre porque era la cuidadora de Jason.

Yo estaba en la cocina haciendo el desayuno.

«Buenos días, estudiantes —dijo la traslúcida imagen de Mariah Olson que proyectaba mi reloj—. Por favor asistir todos en media hora a la reunión en el campo central para formar el comité de graduación.»

—Y una mierda —dijo Cecil con furia saliendo de su habitación—. La maldita transmisión me despertó. No tengo clases hasta dentro de dos horas.

—Pues tendrás que ir si no quieres una citación —contesté—. Últimamente las reglas son más estrictas con respecto a hacer lo que diga la directora.

—Me pregunto si es por los rumores de que hubo otro asalto a una base del gobierno en la noche de año nuevo.

Los de la rebelión corrieron la voz de manera rápida y silenciosa, en el transcurso de una semana. Incluso el tema se mencionó en el programa de noticias con más televidentes. Y aunque no era el tema en tendencia, tenía bastante peso.

—De cualquier forma, ponte el uniforme —dijo una voz femenina y somnolienta saliendo de la habitación de Cecil—. No querrás volver corriendo en una hora para buscarlo. Buenos días, Alek.

—Buenos días, Melissa.

Ah, sí. Cecil ahora tenía novia. Melissa era una chica bastante linda. Castaña, cabello largo con ondas y mechas rubias. Sus ojos grandes eran como mirar una nebulosa con tonos azules y amarillos llenos de estrellas. En este momento solo traía una camiseta de Cecil puesta y la ropa interior.

—¿Que hay de tí? —le pregunté a la chica—. No te dará tiempo de buscar el uniforme.

—Estudio ahí desde hace cinco años. Aprendí a guardar un uniforme de emergencias en el casillero de la escuela. Iré a la reunión vestida de civil y luego iré a los vestidores.

—Eres muy lista —sonrió el Pasini.

—Lo sé —respondió la chica.

Eran una pareja muy bonita. Oculté mi sonrisa mientras guardaba las tostadas en las bolsas con cierre hermético. Verlos me recordó a Oliver. No tuvimos comunicación cuando estuve en el sur y ahora no respondía mis mensajes con la misma regularidad. De cierta forma se sentía como si algo apretujara dentro de mí pecho.

«Es mi primer novio —pensé—. Quizá los novios solo hablan cuando salen.»

Terminé de envolver la comida y fuí directo a mi habitación. Ya me había duchado, así que solo me puse mi uniforme junto con un abrigo encima. Le envié un par de mensajes a Oliver.

Yo:
Buenos días, guapo.

¿Estarás libre esta tarde?

Oliver:
Lo siento. Voy a clase y más tarde tengo que hacer una tarea en grupo.

Me alegré por un momento, porque fué una respuesta rápida, pero me frustré un poco al leerlo. Al parecer ya no tenía mucho tiempo para mí.

Dejé eso de lado y salí junto con Cecil y Melissa hacia la escuela.

La nación de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora