2- Alek

15 4 0
                                    

Se supone que la tranquilidad no es duradera. Entonces, ¿Por qué se molestan tanto cuando se acaba?

Odio la escuela. ¿Quieres saber por qué? En primer lugar, se puede estudiar desde casa. Yo lo hice dos años y mírame. Tengo lo que la mayoría quiere: Dinero y fama. En segundo lugar, mi fama y mi dinero no se deben a mis estudios. Más bien, mis estudios se deben a mi dinero. ¿De que otra forma habría entrado a esa universidad?

Ya no importa porque me llevaban a través de unos pasillos de mármol lleno de un montón de mocosos uniformados. Algunos tenían características tan extrañas que casi juré que estaba soñando. Y si no sabes de lo  que hablo, piensa en cuernos, ojos de colores imposibles y muchas anomalías.

Lo normal viniendo de otro mundo.

Nos detuvimos frente a una puerta de cristal oscuro.

—Directora Olson, tenemos algo que mostrarle —Azael sonrió divertido.

La puerta solo se deslizó dejando ver a una chica sentada en un sillón de cuero. Esperaba encontrarme alguna distopia futurista como las anteriores, empiezo a ver qué no todo es así.

—Espero que no me hagan perder mi tiempo esta vez.

—Buenos días, Olson —saludó Azael—. Hoy te traigo a un par de niños mágicos. Unos que según creo, no están en tu sistema.

—¿Es enserio? Nada más el mes pasado ingresaron tres. TRES —repitió—. Si seguimos sobrepoblando tendremos que expandir el terreno del refugio.

—Pues estos son un caso excepcional —dijo Azael con una sonrisa.

—Para ti todos son excepcionales, Azael.

—Pero estos son excepcionalmente excepcionales, porque... vienen de fuera de la ciudad.

—¿Bromeas, verdad? —Olson se quitó los anteojos para examinarnos—. Díganme sus nombres y su edad por favor.

—Él es Alek Prince y yo soy Pink Prince. Dieciséis años.

—Gemelos, supongo —dijo Olson. Pink asintió—. Necesito que hagan un pequeño hechizo para comprobar antes de ingresarlos al sistema. Por ejemplo —puso dos hojas de papel sobre la mesa—, ¿Que pueden hacer con esto?

Pink me sonreía pero su mirada me daba un mensaje claro: "tú nos metiste en esto, ahora arreglalo"

Solo tomé una de las hojas de papel y me concentré un poco tratando de hacer magia o lo que sea. En cuestión de segundos, solo habían cenizas en mis manos y mis dedos humeaban. Azael me observó atónito igual que mi hermana. Olson solo se colocó los anteojos otra vez.

—Ok, perfecto. Fecha de nacimiento, por favor.

—Once de julio de dos mil diez —respondió Pink.

—Tengan —mandó entregándonos un par de relojes de bolsillo—. Usenlos y configurenlos en casa.

—Eso sería un problema —dijo Azael negando con la cabeza—. No tienen casa.

Olson suspiró. Escribió algo en una hoja y se la dió a Azael.

—Dale esto a control de viviendas. Les asignarán un departamento. No abusen y traten bien a sus compañeros de piso.

***

Varias horas después me encontraba frente a una puerta. Ya tenía mi propia llave, pero sentí que era mejor tocar la puerta. Me sentía nervioso. Nunca tuve un compañero de cuarto. Incluso cuando cursé mi último año de estudio, viví en un hotel.

Abrió la puerta un chico alto de pelo moreno.

—Hola, ¿Alek, no?

—Sí, soy yo.

La nación de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora