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Sakusa trata de convencerse que no tiene interés alguno en ver a Haruno esa noche

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Sakusa trata de convencerse que no tiene interés alguno en ver a Haruno esa noche.

Es verdad que se libró de la salida en equipo tras el juego y planeaba ir a su apartamento a descansar el resto de la noche y, si era posible, parte del día siguiente. Sin embargo, vio el auto de Miya aún en el estacionamiento y no pudo evitar acercarse.

Juntos subieron a su auto y conversaron lo mínimo, Miya solo indicándole por dónde ir en dirección a la casa de su madre. El trayecto fue considerablemente largo y, para cuando llegaron, Miya tomó su maleta y se dispuso a salir del auto. 

- Puedo llevarlos a tu apartamento - habla antes de que la razón pueda detenerlo -. Mi apartamento queda para esa dirección. 

Eso no es del todo una mentira, pero si que debe desviarse para ir hasta el apartamento de Miya. Él no tiene que saber ese pequeño detalle. 

- ¿Estas seguro? - pregunta Miya reacomodándose la maleta al hombro -. Haruno y yo podemos quedarnos aquí. Llamaré a Samu en la mañana para que me ayude con el auto. 

- No hay problema, en serio - le asegura y Miya acepta silenciosamente poco después al dejar su maleta de nuevo en el auto. 

- Espera un poco. Iré a por Haruno. 

Sakusa asiente y se remueve en el asiento preguntándose una y otra vez por qué esta haciendo estas cosas por Miya, el idiota que ha detestado desde que lo conoce. No tiene mucho tiempo para pensar en una respuesta porque pronto llega Miya con Haruno tomando su mano. El zorro de peluche está en su otra mano. 

- Saluda, solecito. 

- ¡Hola, Yoomi! - exclama con emoción antes de sentarse. 

- Hola Haruno - responde lo más neutral que puede tratando al mismo tiempo de no sonar grosero.

- Espero no te importe que me siente atrás - le dice Miya mientras se sienta al lado de su hijo. 

- No, está bien. 

Estando ya padre e hijo en el auto, Sakusa enciende el auto y conduce en silencio mientras escucha la conversación que sucede entre ambos en la parte trasera de su auto. 

- ¡Mamá-abu y yo hicimos pastel! - le cuenta haciendo grandes ademanes con sus manos. 

- ¿En serio? ¡Seguro es delicioso! 

- ¡Mucho! Es de chocolate - murmura y Sakusa puede jurar que sus ojos brillan más ante la mención del dulce. 

- Que bueno que mamá me ha dado para llevar a casa - ríe revolviendo sus cabellos -. Ahora tranquilo, solecito. Ya es tarde y deberías dormir. Mañana jugaremos todo el día y te contaré sobre el partido de esta noche.

Haruno asiente no muy conforme con la idea y recarga la cabeza en las piernas de su padre, quien tararea bajito una canción de cuna y acaricia su cabello para conseguir dormirlo más rápido. Sakusa siente una extraña calidez expandirse por su pecho ante la imagen que obtiene por el retrovisor. 

El amor de mi vida - SakuatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora