PROLOGO

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Pisadas fuertes y decididas, el conocido murmullo de las olas y el viento marino golpeando contra su rostro mientras él avanzaba sin dudar, sus pies descalzos cayendo sobre la rustica madera que conformaba aquel muelle y que se extendía algunos metros hacia las profundidades de ese mar calmo de aguas turquesas.

- ¡YunHo espera!

No esperó.

Como si el llamado fuera el último impulso que necesitaba, corrió por el muelle, sus largas y poderosas piernas permitiéndole llegar al final con velocidad. Su camisa voló por los vientos unos segundos antes de que él se zambullera en el mar, el agua recibiéndolo, su entrada salpicando por todas partes. Incluido a quien lo perseguía.

Con una sonrisa despampanante, mostrando todos sus blancos dientes, YunHo se volteó a ver a su enfurruñado amigo que lo observaba desde el muelle con los brazos cruzados. La camisa que había lanzado, reposando sobre su cabeza.

YunHo rio.

- Esto no es gracioso YunHo- lo encaró, tirando la prenda fuera de su cabeza.- Y deja de escapar...

- No estoy escapando, solo quería nadar. – tarareó displicente - Tú también deberías hacerlo San

Volviendo a cruzarse de brazos, el nombrado chasqueó la lengua.

- No trates de cambiar el tema. No voy a nadar y tú tienes que aceptar tus responsabilidades

- No es mi responsabilidad hacerme cargo de un agente inmobiliario – rebatió.

- Un inversionista

- Peor

Tomando una inhalación y antes de que San pudiera detenerlo, YunHo se hundió en la deliciosa agua, desapareciendo sin más. San alzó los brazos al aire, derrotado.

No había caso. Cuando YunHo no quería hacer algo se volvía imposible de tratar, como ahora. San vio con impotencia a su amigo nadar igual que delfín por medio del océano, mientras él se quedaba ahí, varado en ese muelle con su camisa en mano.

Enfadado y todo, San comprendía por qué su amigo había terminado de fugitivo.

Un inversionista. Lo que en palabras de YunHo es igual a "Las siete plagas".

No había nada peor en el vocabulario de Jeong YunHo, mayor insulto, que la palabra inversionista y más aún si esta venía adherida con "Hotel de Lujo". Lo aborrecía. Según él, era lo peor que podía existir en el planeta.

Especialmente para la isla en donde vivían.

La isla de Bonghwang o también conocida como la isla del Fénix, era su hogar y uno de los más bellos y recónditos parajes de Corea del Sur. Ubicada mar adentro, frente a las costas de Mokpo y a varios kilómetros de distancia de la isla Jeju, este pequeño pedazo de cielo residía oculto y desconocido para la mayoría de los turistas. De bajo perfil y con un clima sub tropical, la isla destacaba por sus bellos parajes naturales. Con sus milenarios árboles que se alzaban entre medio de palmeras, sus playas de arena blanca y caramelo, sus flores exóticas de todos tamaños y colores que estimulaban los sentidos, al igual que las variadas aves que inundaban la isla con cantos tan únicos, que parecía que todos los días había uno nuevo que escuchar.

En definitiva, era un paraíso. Uno que se había mantenido lejos de la mirada de inversionistas, buitres interesados en rascar su riqueza natural.

Hasta ahora.

Un millonario había dado con la isla, y de alguna forma, había logrado contactarse con el alcalde para conocerla.

Para destruirla, según YunHo.

Mi Isla, Mis Reglas [YunGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora