CAPITULO 2: ¡Shiber!

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Treinta minutos.

Solo bastaron treinta minutos, para que Song MinGi comenzara arrepentirse de haber viajado a esa isla.

Habiendo tragado al menos media docena de mosquitos y sus zapatos Lacoste ya siendo uno con el barro, MinGi se preguntaba si realmente estaban caminando en dirección al hogar de YunHo o este le estaba dando vueltas sin cesar por la isla, solo para hostigarlo.

- ¿Estás seguro que es por aquí? - consultó con dientes apretados mientras hacía equilibrio a duras penas por un tronco caído que habían confeccionado, creativamente, como puente para cruzar un arroyo.

Porque sí, no bastaba embarrarse de lodo y almorzar mosquitos, sino también debía ser trapecista sobre un estúpido leño, alias, puente.

Con músculos tensos y preguntándose por qué no había echado menos cosas en su maleta, MinGi sostenía el pesado baúl entre sus brazos mientras avanzaba milímetro a milímetro por la vieja madera, maldiciendo internamente a cada segundo. También rezando para no caerse.

¡Ah! Y por supuesto, también rezaba para que el improvisado puente bajo sus pies no se rompiera, el sospechoso crujido de la madera ante sus titubeantes pasos aumentando sus plegarias.

Y como si todo eso no fuera suficiente, YunHo lo miraba indemne desde el otro lado.

Ya habiendo cruzado ágilmente el puente y con una inocente sonrisa de oreja a oreja, el isleño lo observaba apoyado contra la corteza de un árbol, sin siquiera mover un músculo en su auxilio y menos ofrecerle ayuda. Absolutamente nada.

Es más, se veía encantado. Risueño ante el espectáculo de circo que MinGi montaba frente a sus ojos.

- Sí, estoy seguro- respondió YunHo, ante su pregunta - Pero si quieres, tú puedes ser nuestro guía y llevarnos hasta allá

MinGi bufó ante su evidente ironía.

- Creo que... mejor tú...sigues... - concluyó a medias, el tronco balanceándose peligrosamente bajo sus pies interrumpiendo su concentración.

YunHo sonrió complaciente en respuesta, pero tras esa sonrisa, se ocultaban ciertos nervios. No era un insensible. Tampoco un idiota para no darse cuenta de los riesgos que el otro corría, los límites de la diversión y el peligro siendo tan finos como el filo de una navaja. Se preguntó cuan buena idea era dejar que el hombre de negocios siguiera equilibrándose pobremente sobre esa tabla y si era hora de detener todo aquello, bajar un poco su coraza, y ayudarlo.

MinGi no le agradaba por demasiados motivos, y su plan era que se fuera lo más pronto de la isla sin que regresara nunca más, pero...

Pero no quería enviarlo en muletas de vuelta al continente.

Aunque era gracioso verlo todo ofuscado y haciendo maromas en un simple puente – su estilo sofisticado quedando totalmente destruido-, verlo caer no lo sería tanto. YunHo estaba seguro que el otro terminaría con algo roto si caía desde esa pequeña altura con ese baúl en manos, y eso sería de su completa responsabilidad.

Se mordió el labio.

- Espera- dijo finalmente, cediendo a su consciencia- Te ayudaré con la maleta

- No me vas a empujar, ¿o sí?- preguntó receloso MinGi al verlo acercarse, YunHo estrechando sus ojos ante el comentario.

Tentador, pero no.

- No lo haré- fue su respuesta- Eso nos demoraría

Fue el turno de MinGi de estrechar los ojos ante el sarcasmo. YunHo realmente era encantador.

Mi Isla, Mis Reglas [YunGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora