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JUNGKOOK

No podía apartar la mirada del monitor, no sabía cómo reaccionaria cuando viera lo que las imágenes me iban a mostrar.

Todo se había vuelto peligroso de pronto al recordar lo que me dijo Hari que le pasó a su madre.

¿Y si a ella le pasaba lo mismo? No sé porqué estaba pensando en eso ahora, me sudaba la frente y las manos, toqué mi pecho porque me parecía que el corazón iba a salir corriendo.

Que diferencia con ella que estaba tan tranquila, o eso demostraba, era tan fuerte que me quedé mirando su rostro por un momento.

Tenía un leve rubor en sus mejillas y no quería mirarme a los ojos. Toqué su mano y por fin lo hizo, le sonreí y ella hizo lo mismo.

—¿Tienes miedo? —le pregunté acercándome a ella bajando un poco mi rostro.

—No, pero tú sí ¿Verdad? ¿Porqué has venido? —me dijo bajito.

—No hablemos de eso ahora, tú piensa solo en estar tranquila —le sonreí.

—Levante un poco más la camiseta —le pidió el doctor y ella empezó a ponerse roja.

Entonces aparté la mirada al comprender que estaba avergonzada de que yo pudiera verla.

Puse mis ojos de nuevo en el monitor, !Mierda! Dónde mirase me ponía nervioso. Yo me concentraba en ver algo pero todo estaba borroso, hasta que pude oír un golpeteo consistente.

—Está fuerte, su corazón late con fuerza ¿Lo escucháis? —dijo de pronto el doctor.

Aquel corazón hizo que el mío se parase.

Miré a Hari y estaba llorando, las lágrimas recorrían sus mejillas abajo y tragaba fuerte para que no se escuchara su llanto.

Apreté su mano y me miró con un puchero, eso hizo que me entraran unas ganas tremendas de llorar a mí también.

—Y aquí está, mirad —miramos los dos a la vez.

La imagen de algo muy pequeño apareció ante nosotros, se movía ligero y con mucha agilidad. Mis fuerzas flaquearon en ese momento. Un sentimiento de culpa me recorría el cuerpo de arriba abajo. No tenía que haber venido, me sentía responsable del daño que estaba provocando con mis sentimientos de negación. Pero es que me sentía muy joven para enredar mi vida con otra que aún no había nacido.

La miré a ella y sonreía, las lágrimas se habían convertido en alegría, se veía tan bonita que se me estrujó el corazón. Sus ojos brillaban y su rostro se había iluminado, me entraron unas ganas tremendas de besarla y lo hice. Deposité un beso en su mejilla.

Ella me miró de repente con los ojos muy abiertos.

—Eres una chica muy fuerte Hari —le sonreí sinceramente, hoy se había ganado mi admiración. Hoy se había convertido en mi heroína, había decidido entregar su vida por otra que aún no conocía, así que tenía todo mi respeto.

Terminamos y la esperé fuera para que se vistiera. El doctor había dicho que todo estaba bien y dentro de un mes la volverían a ver.

La esperaba recorriendo el pasillo nervioso, me sentía muy ansioso, lo que había vivido ahí dentro fue algo agotador y hermoso a la vez.

—Jungkook —la escuché llamarme y fui en su busca.

—¿Ya podemos irnos? —le pregunté.

—Si, ya podemos.

—¿Cómo viniste? —le pregunté porque en mi moto no podría llevarla.

—En taxi —me dijo.

Pero de pronto me entraron ganas de invitarla a comer algo, se merecía el cielo por todo lo que estaba pasando.

—¿Quieres que vayamos a comer algo? —me miraba expectante.

—No quiero que malgastes tu tiempo en mí Jungkook —siempre tan tímida.

Cualquier chica hubiera utilizado su embarazo para conseguir que estuviese a su lado y sin embargo ella nunca me había pedido nada. Era tan sencilla y tan integra que nunca pensé que existieran chicas como ella.

—No digas tonterías y vamos a comer —atrapé su mano para empezar a andar.

Sabía que me miraba extrañada por mi acción y con su genio temía que me dijera algo, pero no lo hizo y lo agradecí.

—Aquí cerca hay un restaurante que sirven una comida buenísima —seguía sin decir nada. La miré y me estaba mirando con los ojos abiertos.

—¿Que? —le pregunté con ganas de reír.

—No te entiendo, no sé porqué viniste, no sé qué hacemos ahora mismo y no sé porqué te comportas de forma diferente a otras veces —paré a mirarla.

—¿No te gusta? Seguro que has quedado débil de lo que te hicieron y estoy cuidando de que no caigas enferma —cuando terminé de hablar empecé a andar de nuevo.

—Eres un seductor en toda regla, con razón las chicas caen a tus pies, sabes lo que decirle a cada una, pero conmigo eso no te servirá —y me dió un golpe en el brazo.

—Ya lo sé, tú eres de armas tomar y tienes más valor que cualquier chico. Hoy me lo has dejado claro Park Hari —dije orgulloso de ella.

Llegamos al restaurante y nos sentamos en una mesa, la vi mirar los platos que pasaban para otros clientes. Se relamía los labios, me entraron ganas de reír.

—¿Tienes hambre? —se puso roja de la vergüenza porque sabía que me había dado cuenta.

—Perdona pero desde que garbancito se instaló en mi cuerpo no pienso nada más que en comer —lo dijo con pena.

—¿Así lo vas a llamar? Garbancito, es raro ¿No?

—No, ese no será su nombre —empezó a reír y me contagió y reí con ella—. Lo que pasa es que como no sé si será príncipe o princesa pues se me ocurrió llamarlo de ese modo.

—Me parece perfecto, pues entonces pregúntale a garbancito que quiere comer que yo lo invito —nos pusimos a reír de nuevo.

Nunca pensé que fuese una chica tan risueña, charlamos mucho mientras comimos y lo estaba pasando realmente bien con ella. Me gustaba como era Hari...

 Me gustaba como era Hari

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Jeon Jungkook  (Mi Lindo Garbancito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora