―John ―me mira con una sonrisa que se le borra cuando me ve la cara―, he dejado embarazada a tu hermana.
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La vida de Daniel Jones cambia radicalmente cuando deja embarazada a Claire, su "amiga" de toda la vida.
Un bebé no estaba en los panes de...
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DANIEL
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Por las mañanas Claire suele pasear por el jardín. En la tarde yo voy a la galería, pero es septiembre y empieza a refrescar así que se queda en casa.
No sé qué hace porque no me ha dejado verla ni una sola vez desde que se mudó hace ya un par de semanas.
Si tiene algún antojo que no tiene en su cocina avisa a Nash, nuestro chófer para que él se lo lleve.
No quiere verme y lo único que puedo hacer es tragarme la frustración y distraerme tanto en el trabajo como corrigiendo los textos que me deja Aly.
Saco mi móvil y me meto en nuestro chat:
Daniel: Hola, te recuerdo que en un par de horas vienen tus padres a cenar. No sé qué quieres hacer.
Mi madre y el padre de Claire han sido amigos desde hace mucho y suelen quedar con bastante frecuencia, obviamente sería muy sospechoso si mis padres decidieran dejar de verles. Así que hoy vienen con John a comer.
Su respuesta no tarda en llegar.
Claire: Nada. Para ellos estoy haciendo un voluntariado. Además estoy cansada, así que no tardaré mucho en irme a dormir.
Daniel: Pero ¿te encuentras bien?
Por lo poco que me ha contado, el embarazo está yendo mejor de lo que pensaba. Me ha comentado que a veces se nota algo hinchada, pero nada más. Así que me pongo alerta pese a saber que estoy sobre reaccionando.
Claire: Sí, sí. Sólo es cansancio, no te preocupes.
Suspiro con un notable alivio recorriéndome el cuerpo. Todo va bien.
Daniel: Si necesitas algo, avísame.
Claire: Claro.
La actitud de Claire me duele. Entiendo que esto es algo que ella no quiere, que sólo es una forma de llegar a su meta, pero creo que hay formas menos agresivas de enfrentar los problemas, sea cual sea el contexto.
Cuando llegan Aly, John y yo nos vamos a la sala de estar que está cerca de las habitaciones.
―¿Cómo está mi hermana? ―pregunta John.
Me encojo de hombros.
―Como ya te comenté no la he visto. Hablo con ella por mensaje y la veo pasear algunas mañanas por el jardín, pero es muy esquiva conmigo.
―Te juro que no la entiendo.
―Quizá cuando avance más el embarazo necesite ayuda y no le quede más remedio que aceptarla ―comenta Aly mirándonos alternativamente.
