―John ―me mira con una sonrisa que se le borra cuando me ve la cara―, he dejado embarazada a tu hermana.
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La vida de Daniel Jones cambia radicalmente cuando deja embarazada a Claire, su "amiga" de toda la vida.
Un bebé no estaba en los panes de...
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DANIEL
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Unas horas antes
—He decidido aceptar tu propuesta, pero tengo varias condiciones.
El alivio inunda cada fibra de mi ser. Cierro los ojos y expulso todo el aire de mis pulmones antes de mirarla.
—Tu dirás —digo después de tragar saliva.
—Lo primero es que no quiero que mis padres lo sepan todavía. Me niego a que me juzguen estando delante. Sabrán de esto cuando esté en Estados Unidos.
No creo que los padres de Claire la juzgaran, pero me ahorro los comentarios.
—Pero va a llegar un momento en el que no vas a poder ocultarlo.
—Eso me lleva a mi segunda condición. Viviré en tu casa. A mis padres les diré que estoy de voluntariado y ya está. —Asiento conforme. Sé que mamá no pondrá ninguna pega
―De acuerdo, me parece bien. Además en un mes más o menos nos vamos a mudar y el terreno tiene una casita de invitados, te puedes instalar allí si quieres. ―Asiente, conforme―. Qué más.
—También quiero un contrato que me asegure que no me vas a pedir nada. Me da igual lo que sea, me desentiendo al cien por cien de esto.
No estoy de acuerdo con esa condición porque en sus palabras está implícito que si mi bebé estuviese enfermo y necesitara un donante de cualquier cosa ella no va a estar disponible, pero no me voy a negar a sus peticiones. No tiene por qué pasar nada y a estas alturas voy a aceptar cualquier cosa que me pida.
—Si te parece en ese mismo contrato añadimos una cláusula en la que si en algún momento cambias de opinión y quieres estar presente en su vida, me tendrás que devolver todo lo que te he dado. Me da igual la edad que tenga.
―Me parece bien lo que propones. ¿Cómo lo hacemos?
—Si quieres hablo con mi abuelo y que él redacte el contrato. No creo que tenga validez legal, pero creo que nos conocemos lo suficiente para que ambos lo cumplamos con todas las consecuencias. —Asiente conforme. Se va a levantar cuando la detengo—. ¿Se lo puedo decir a tu hermano?
—Siempre y cuando mis padres no se enteren se lo puedes decir a quién quieras.
Con esas palabras se va de la cafetería. Respiro hondo y saco el teléfono. Debo hablar con John cuanto antes. Quedo con él por la tarde, así que vuelvo a casa. También le debo contar todo a mi padre.
—Princesa, vas a hacer un agujero en el suelo, ¿qué te pasa? —escucho a mi padre cuando abro la puerta de casa. Mi madre está paseándose por el salón y mi padre la está observando desde el sofá. Cierro y el golpe de la puerta llama la atención de ambos—. Hola, estrellita. ¿Comes en casa?