Capítulo 3

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DANIEL

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DANIEL

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Dos meses antes

—Me llevo esta corbata. Es preciosa —afirma Dean enseñándonos una corbata azul con plátanos estampados por toda ella.

Mi padre lo mira serio.

—No vas a llevar esa mierda el día de mi boda.

—Pero es...

—Es un chiste, por favor Dean. Lleva una de dibujos si quieres, pero que sea más discreta —suplica mi padre.

El pobre tiene mucha presión encima y creo que todavía no se cree que se vaya a casar por fin con mi madre. No entiendo tanto nervio si, a falta de firmar el papelito, ya están casados. ¿Cuatro hijos y más de dieciocho años viviendo juntos? Están casados.

Hemos venido a recoger los trajes. Todos necesitaban algún arreglito en mayor o menor medida y estamos esperando a que los saquen para probárnoslos por última vez antes de la boda en una semana.

Dean, como no podía ser de otra manera está intentando sacar de quicio a mi padre. Alan está mirando unos tirantes para que su hijo Derek, llamado así en honor a su hermano pequeño que murió en una trifulca por temas de apuestas en peleas ilegales cuando tenía veinticinco años. Al parecer al pequeño le gusta quitarse la ropa, pero el mecanismo de los tirantes no lo puede soltar y es perfecto para que no vaya corriendo con el culo al aire por la boda. Graham está sentado en un banco mirando al suelo. Según mi padre está haciendo el esfuerzo por mejorar. No ha bebido desde el día de mi cumpleaños y está viendo a un especialista.

—Dean, creo que esta también es muy bonita —dice mi tío Joe enseñándole una corbata amarilla chillón con cinco o seis cactus bastante grandes estampados en ella.

Mi padre le dedica una mirada de pocos amigos y se la quita de las manos, enfadado.

—Os voy a terminar mandando a la mierda.

—Creo que esta es más apropiada —propone Graham enseñando una con guitarras de distintos colores sobre un fondo negro.

Todos lo miramos sorprendidos y él nos dedica media sonrisa triste.

—Este es mi amigo. No sé qué haría sin ti —dice Dean quitándole la corbata para ponérsela.

Creo que todos nos hemos dado cuenta que en ese comentario lo que menos le importaba era la corbata.

—Que sepas que si no llevas esa corbata a mi boda no entras ―amenaza papá con los ojos humedecidos mirando a Graham.

Los exámenes finales me salieron bastante bien. Tampoco para enmarcar las notas o para colgarlas en la nevera, pero estaba satisfecho. Ya había mirado varios cursos y estaba esperando a que pasase la boda para inscribirme en alguno. John había entrado sin problema en diseño gráfico y según me dijo, Claire iba a ponerse a trabajar y a hacer voluntariados para poder entrar en Harvard al año que viene. Al parecer no iba a renunciar a su sueño tan rápido.

DREAM BUS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora