¿Arrodillarse o Sangrar? 🖤 - Donghae - Libro 1

CAPÍTULO 25

Zenya

*

Me encontraba en la cocina eligiendo el menú para la cena de cumpleaños de Andrew. Sopa borsch; típica en el país, carne a la stroganoff acompañado de arroz blanco, un poco de golubtsy rellenos de carne molida de cordero envueltos en hojas de parra y claro no podía faltar el postre, agregue al menú un delicioso zapekanka, en este caso dulce; una tarta cocida al horno, rellena de requesón acompañada de mermelada y frutos rojos. Una verdadera delicia.

Realmente esperaba que esta cena saliera bien y que los padres de Andrew se enfocaran en su hijo y en la mesa que había preparado para ellos y no en mi o en Jelena.

A estas alturas ya no sabía quién era, me estaba cansando de todo esto.

Ocho meses... ocho meses habían transcurrido desde la última vez que hable con Jelena y desde entonces no había tenido el valor de llamarle, aun me encontraba dolida por sus palabras.

Quitarle a Andrew...
¿cómo pudo siquiera pensarlo? ¿Por quién me tomaba? Nunca en mi vida habría pasado eso por mi mente.

Deje de pensar en ello y me apresure a dejar todo en orden para que las muchachas del servicio se encargaran de preparar cada platillo y con una dulce sonrisa salí de la cocina.

Después de terminar con el servicio fui a mi habitación necesitaba elegir un vestido para la ocasión.

El primero que saque fue uno color rojo, me llegaba a mitad del muslo y un escote en V que llegaba a mi abdomen. Precioso. Pero si elegía ese mi madre seguramente armaría un escándalo, así que lo regrese de nuevo a su lugar. Tome otro. Este era de color rosa sandia, largo de corte sirena, de cuello redondo y mangas de tres cuartos. Algo aseñorado para mi gusto y así como lo vi, lo devolví, no tenía idea de cómo "eso" había llegado a mi closet.

Oh tal vez sí, mi madre.

Suspire y tome el siguiente. Era de color vino, de un largo a mitad del muslo, con un escote en V que llegaba por debajo del busto pero sin mostrar más, de manga larga y ajustado al cuerpo, lo mire un par de veces más y lo arroje a mi cama y continúe mirando mi closet.

Después de buscar entre tantos encontré uno más que logro llamar mi atención, era de color negro estaba segura de que me llegaría arriba de las rodillas, estaba descubierto de la espalda y sostenido por unos simples y finos tirantes burdeos. Era sexy, pero elegante y nunca lo había visto.

Lo tome junto con el de color vino y me coloque frete al espejo que estaba aún costado. ¿Vino o negro? Me cuestionaba a mí misma para elegir el indicado.
No quería fallar en esta simple tarea.

Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no escuche cuando la puerta se abrió, sino hasta que Andrew hablo.

- El negro es perfecto. - dijo tras cerrar la puerta.

- ¿lo crees? - me gire para mirarlo. - ni siquiera sé si es mío, nunca antes lo había visto.

- Créeme. es perfecto. Te verás hermosa - me guiño. Y me quede sin habla.

No sabía si lo decía por mí o porque estaba imaginando que podría ser Jelena quien lo llevara puesto.

No lo soportaba.

- No lo sé. No quiero que mi madre arruine tu día. - asegure. - Creo que elegiré el vino. - dije al fin.

No quería ser mi hermana solo quería ser yo.

- Yo elegiría el negro. - metió las manos a sus bolsillos. - te....

- ¿Porque? - replique rápidamente sin dejarle terminar de hablar. - ¿es porque Jelena lo elegiría? - Andrew me miro confundido. - ¿es por eso?

- Zen, ¿de qué hablas? - se acercó a paso lento hasta a mí.

- Tú y mis padres quieren que sea Jelena, que sea otra persona y yo estoy harta de ser quien no soy, no puedo cambiar de la noche a la mañana lo que soy y lo que me gusta.
Simplemente quiero ser yo. Quiero que me valoren, que me tomen en cuenta como la heredera que también soy - un nudo se formó en mi garganta, estaba enojada y quería llorar pero reprimí ese sentimiento.

- Zenya. Escúchame. - me tomo de mis hombros. Y le mire - me case contigo sabiendo que no eras ella, que eras idéntica, pero diferente por dentro. Yo no quiero que finjas ser quien no eres, quiero que seas tú, que seas la Zenya que conocí hace años. el vestido... el vestido, lo he comprado yo, pensando en ti. Me pareció ser digno de ti y de nadie más. Créeme cuando te digo que te verás hermosa, pero sobre todo te verás como la Kovaley que eres, madura, decidida e inteligente. En estos momentos me estoy imaginando la cara que pondrá tu madre cuando te vea.

Mi mente se había quedado en blanco después de aquella confesión, nunca me había imaginado que Andrew pensara eso de mí.

Quería decir algo pero las palabras no llegaban a mi boca ni siquiera sabía que decir.

- Conmigo nunca tendrás que preocuparte por ser ella. - una lágrima rodó a lo largo de mi mejilla. - yo siempre te veré por quien de verdad eres. Nunca lo dudes - con su pulgar limpio mi lágrima y deposito un beso en mi frente.

- Gra...gracias. - fue todo lo que logre articular.

- Soy yo quien te agradece por estar a mi lado cuando más lo necesitaba, por aceptar este engaño y por todo lo que sacrificaste por mí.

- No me arrepiento, no si eres tu quien está de por medio. - su sonrisa se amplió más y termino de acortar la distancia que había entre los dos con un abrazo.

- Bien, el tiempo se agota - se separó de mi - es mejor que tome mi ropa y te deje terminar - asentí.

- Tienes razón, debemos apresurarnos.
Andrew fue al closet y en cuestión de minutos, o mejor dicho segundos, tomo un traje al azar, sus zapatos y su loción.

- Cuando estés lista me llamas. - camino hacia a puerta - te estaré esperando. - y salió.

Cuando por fin me dejo sola me deje caer al suelo, no sabía cómo había aguantado todo ese tiempo de pie.

Mis piernas me temblaban tanto que parecían gelatina. Me quede unos minutos ahí tratando de comprender lo que había sucedido, mi corazón estaba tan agitado que mi pecho dolía tanto.

Después de un rato me levante y camine a la ducha, el agua me ayudaría a relajarme y a no pensar en ello pero no fue así, era en lo que más pensaba.

Enrede una toalla en mi cuerpo y otra en mi cabello y salí del baño. Esparcí crema por mi cuerpo y después coloque unas bragas del color del vestido que Andrew me había comprado.

Tenía razón era yo quien lo llevaría y nadie más.

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