𝐏𝐑𝐎́𝐋𝐎𝐆𝐎.

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Fabrizio Caramagna una vez dijo: Cuando nadie mira las estrellas, éstas dejan de ser estrellas. Quizás son diamantes, polvo de hadas, carcajadas de niños, reyes o esclavos. Son como somos nosotros cuándo nadie nos mira.


Aries era la niña más risueña del mundo mágico, o eso decía siempre su abuela Walburga. Sus ojos, grisáceos como los de los Black, iluminaban a casa paso que daba como lo habían hecho los ojos brillantes de Sirius cuando era un niño. Esa sonrisa, pícara, recordaba esas sonrisas que Regulus Black le había regalado en tantas ocasiones. ¿Cómo no iba a llamarla estrella? Si era lo único que necesitaba para ser feliz. Para brillar. Para iluminar al mundo.

Desde que abrió por primera vez los ojos al nacer, todos supieron que nunca habría otra estrella igual en el mundo. Una estrella guerrera, igual que el dios griego Ares, por quien llevaba el nombre. Arabella, en cambio, significaba bello, amoroso, hermoso. . . heroína. Y entonces, cuando Claire decidió su nombre, minutos antes de morir, sabía que el nombre le venía como anillo al dedo.

Porque Aries Arabella Black iba a ser una bella heroína. Quizás con un destino marcado desde su nacimiento, pero no cabía duda que sería una persona única en el mundo, Única en un millón.

Portada realizada por NovaWayne en EditorialSalem. Muchísimas gracias por el gran trabajo realizado✨🫶🏼

Conociendo a Aries Black [ 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora