Capítulo 9.

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La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba ahí a los nuevos alumnos. Tenía un rostro muy severo y el primer pensamiento que Aries tuvo sobre ella era que se trataba de una profesora con quien mejor no tener problemas, una de esas profesoras severas que tanto le agradaban.

―Los de primer año, profesora McGonagall ―dijo Hagrid.

―Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.


Abrió bien la puerta. El vestíbulo de entrada era tan grande que hubieran podido meter el salón principal y el salón de las chimeneas de la mansión Malfoy en él. Las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas como las de Gringotts, el techo era tan alto que casi no se veía y una magnífica escalera de mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores. Ese último detalle le recordó a la mansión Flint, dónde Aries y Michelle corrían por esas escaleras de mármol en las vacaciones cuando eran más pequeñas.

Siguieron a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Algunos podían escuchar el ruido de cientos de voces, que salían de un portal situado a la derecha, pues el resto de alumnos del colegio y los profesores debían encontrarse ahí. Sin embargo, la profesora y jefa de la casa Gryffindor llevó a los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo a su alrededor. Sin poderlo evitar y viendo tales contactos directos con otras personas, la chica Black dibujó una mueca en su rostro. . . no le gustaba en absoluto estar rodeada de tantas personas en un espacio tan pequeño. Cedric, que seguía a su lado, lo notó y le dio la mano, a lo que sonrió con ternura y nerviosismo también.


―Bienvenidos a Hogwarts ―dijo la profesora McGonagall―. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupéis vuestros respectivos lugares en el Gran Comedor, deberéis ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estéis aquí, vuestras casas serán como vuestra familia. Tendréis clases con el resto de la casa que os toque, dormiréis en los dormitorios de vuestras casas y pasaréis el tiempo libre en la sala común de la casa.

A partir de ahí, dejó de escuchar. Sus tíos le habían contado varias cosas de Hogwarts, así como Nymphadora también se había encargado de contarle lo importante una mañana calurosa de verano.

―Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estéis en Hogwarts, vuestros triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de las casas, un gran honor. Espero que todos ustedes sean el orgullo de la casa en la que sean seleccionados.

Michelle Flint, lejos de escuchar a la que sería su profesora de Transformaciones a partir del día siguiente, buscó con la mirada a su amiga que, rápidamente, correspondió con una sonrisa traviesa. Ambas llevaban soñando con ser seleccionadas para la casa Slytherin desde que se conocieron, cuando tenían poco más de cinco años.

―La ceremonia de selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Les sugiero que, mientras esperáis, se arreglen lo mejor posible.

Los ojos de la profesora se detuvieron un momento en la capa de un niño regordete de cabellos rubios, que estaba atada bajo su oreja derecha, y en la camisa manchada de una niña pecosa. Con cierto nerviosismo, Aries simplemente miró a Cedric, sonriendo.

Conociendo a Aries Black [ 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora