Habían pasado poco más de treinta minutos desde que el tren partió de Kings' Cross. Llevaba a su kneazle entre sus brazos, mientras acariciaba su pelaje anaranjado con delicadeza. Recordó que Jackson Avery le había dicho de pasar el viaje juntos, suponía que estaría en los vagones de Slytherin, por lo que decidió poner rumbo hacia ese lugar. En esa bolsa de tela que llevaba colgando en su hombro izquierdo había guardado su uniforme, para cambiarse justo antes de llegar al colegio.Siempre precavida, como decía su madrina.
En uno de los compartimientos por el que pasó por delante, se encontró a su prima. Ella sabía que una vez en el colegio, no podrían interactuar, por su bien si no quería ser desheredada. O, al menos, esa era la intención que tenía. Sin embargo, como todavía no había encontrado a Jackson, no dudó en saludarla. Ella le indicó que entrase, pero se negó rápidamente.
―No te preocupes, Dora ―sonrió ladinamente―. Estoy buscando a Jackson, quedamos en que pasaríamos el trayecto juntos, igual con Michelle.
―Como quieras, enana ―le sacó la lengua, divertida―. Por cierto, él es. . .
La interrumpió al ver al varón, de último año. Era pelirrojo con los ojos de color azul, realmente bonitos si podía decirlo, pero la túnica era de segunda mano o de tercera, quien sabía. Era obvio que era un Weasley. Un Weasley hermoso, también.
―Un Weasley, ¿no? ―comentó, entre dientes, sin emoción alguna―. Mi tío los ha mencionado en casa más de una ocasión, mentiría si dijera que fue para algo bueno ―añadió, encogiéndose de hombros―. En fin, me tengo que ir. Me llamo Aries, por cierto.
Y se alejó, sin darle más conversación. Justo al compartimiento de al lado, dos niños idénticos junto a un morocho hablaban ruidosamente y gritaban, aunque reían a carcajadas también. Seguramente eran de primer año, como ella. Por un momento, se quedó ahí parada. . . podría ser un buen momento para hacer amigos nuevos, pero no parecía que serían seleccionados para la casa Slytherin, la cual era su destino y deseaba que fuese así sin problema alguno, así que siguió caminando bajo la atenta mirada de uno de los niños pelirrojos, que se había quedado mirando a la niña con una sonrisa pícara.
En ese momento, George Weasley recordó a esa niña con la que había chocado unas semanas atrás en el Callejón Diagón. Era esa misma niña.
Cuando la pequeña Aries llegó a los vagones de la casa de Salazar Slytherin, Avery fue el primero en recibirla con total entusiasmo. La niña Black sonrió ampliamente, abrazando a su mejor amigo con fuerza. Después saludó a Michelle Flint, sentándose junto a ella, quien al momento le enseñó sus dulces, para compartirlos.
( . . . )
La locomotora escarlata aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Una especie de campana sonó y resonó por todo el tren, alertando a los estudiantes que habían llegado a la estación de trenes de Hogsmeade. Todos se empujaban para salir al pequeño y oscuro andén. Aries, que estaba junto a Michelle, se estremeció bajo el frío aire de la noche que corría en ese pueblo mágico. Entonces, apareció una lámpara moviéndose sobre las cabezas de los alumnos, escuchándose una voz grave de hombre.
― ¡Primer año! ¡Los de primer año, por aquí! ―la gran cara peluda de Hagrid rebosaba alegría sobre el mar de cabezas de niños y niñas de primer año―. Venid, seguidme. . . ¿Hay más de primer año? Mirad bien dónde pisáis. ¡Los de primer año, seguidme!
Resbalando y a tientas, todos fueron siguiendo a Rubeus Hagrid por lo que parecía un estrecho sendero. Estaba tan oscuro que Aries Black pensó que debía de haber árboles muy tupidos a ambos lados, tal y como había leído en la Historia de Hogwarts. Nadie hablaba mucho.
―En un segundo, tendréis la primera visión de Hogwarts ―exclamó Hagrid por encima del hombro―. Justo al doblar esta curva ―señaló.
Se escuchó un fuerte "¡ooooh!" colectivo, aunque la joven Black rodó los ojos. Tampoco entendía la emoción de todos.
El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.
― ¡No más de cuatro por bote! ―gritó Hagrid, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla―. ¿Todos habéis subido? ―continuó, que tenía un bote para él solo―. ¡Venga! ¡Adelante!
Y la pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el cristal. Aries, Michelle y Jackson habían subido en uno, que fue ocupado también por una cuarta persona: Cedric Diggory. La primera le sonrió con ternura, le parecía un niño adorable.
― ¡Bajad las cabezas! ―exclamó el semigigante, mientras los primeros botes alcanzaban el peñasco.
Todos agacharon la cabeza y los botecitos los llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Fueron por un túnel oscuro que parecía conducirlos justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon entre las rocas y los guijarros.
Dejaron atrás los botes, para encaminarse hacia el castillo. Michelle y Jackson tomaron la iniciativa, adelantándose a su amiga, que se quedó unos metros atrás para entablar conversación con aquel niño que les acompañó en el bote.
―Soy Aries, un gusto ―comentó, empezando a caminar para seguir al resto―. Me disculpo por no haber hablado hasta aquí, no me agradan en absoluto los botes ―murmuró, encogiéndose de hombros.
―Cedric, encantado ―le tendió el brazo, parando en seco, y rápidamente estrecharon las manos―. Creo que seremos buenos amigos, a mí tampoco me gustan demasiado.
Alcanzaron el ritmo del resto de primer curso y subieron por unos escalones de piedra, reuniéndose todos ante la gran puerta de roble. Cuando se aseguró que todos estaban ahí, Hagrid levantó un gigantesco pulo y llamó tres veces a la puerta del castillo.

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Conociendo a Aries Black [ 1 ]
FanfictionAries Black es la única hija de Regulus Black y Claire McNeil. Sus padres fueron la pareja perfecta durante sus años escolares, pero desgraciadamente Claire murió durante el parto y al año, Regulus desapareció. Todos le creyeron muerto, pero Albus D...