Zabdiel de Jesús.
No sé cómo he llegado a este punto.
No sé cómo la rubia ha logrado avanzar tanto. Todo paso tan rápido, que no me he puesto a analizar que lo que hago está mal.
Dios estaría decepcionado de mi.
Mi padre me mataría si se entera de que estoy con una rubia desnuda sobre mi.
Pero no puedo pensar con los labios expertos de Malexa sobre los míos, moviéndose con brutalidad, con fuerza, como si quisiera arrancarme los labios del rostro. No puedo dejar de besarla por más de que mi interior diga a gritos que está mal.
Malexa tomo mis manos y las coloco sobre sus pechos, los presione levemente, blandos, bonitos y con sus pezones duros. No sabía que los pechos de las mujeres fueran tan blandos como gelatina.
Siento su lengua pidiendo paso a mi boca, abro los labios como puedo y dejo que su lengua ingresé a mi cavidad bucal. Mis manos van a sus caderas, sujetándola y apretándola contra mi.
Mis acciones se ven opacadas por la lujuria, me desconozco, sus manos inquietas se escabullen al interior de mi camisa, tocando mi abdomen, manoseando todo lo posible, jadeé contra sus labios involuntariamente.
Para esto.
No puedo.
Malexa se aleja de mi boca para dedicarme una sonrisa divertida y deshacerse completamente de mi camisa, arrojandola en el piso, sus labios bajan a mi cuello para dejar cortos besos ahí.
Quiero alejarla, empujarla, decirle que no quiero tener relaciones sexuales con ella, que no necesito su cuerpo desnudo sobre mi, que soy una persona de bien, que no podrá dañarme moralmente ni éticamente.
Pero un nudo en la garganta me impide hablarle, no puedo alejarla por más de que quiera, mi cuerpo pide por ella; aunque en mi mente y alma tengo a dios, mi corazón y mi cuerpo dicen que lo que hago con Malexa está bien. Apretujo sus pechos con mis manos, ella jadea entre mis labios y se siente bien.
Se remueve sobre mi y mi parte íntima duele porque nunca había llegado hasta aquí con alguien, porque nunca había siquiera tenido una novia.
Malexa desabrocha mi pantalón con total facilidad, sin siquiera mirar hacia abajo, quiero saber cómo lo hace. Pero estoy seguro que la respuesta dolerá, porque no puedo verla con otros ojos, no puedo pensar en que estuvo con muchos hombres antes de llegar a mi.
Es inconcebible la idea de siquiera imaginaria con otras personas experimentando lo que hará conmigo ahora. Y sé que está mal, que ardere en las llamas del infierno, pero si voy con Malexa tal vez el infierno sea mucho más bonito.
No quiero verla como una figura femenina que aporte algo en mi vida, porque estoy seguro de que no aportará nada bueno, estoy seguro que su lengua de víbora me echara los peores venenos, que sus manos me darán golpes y que sus palabras estrujarán mi corazón hasta que no quede nada de mi. Sé que me lastimara hasta donde pueda, pero no me importa.
—Malexa..—susurre contra sus labios, mis manos seguían sobre sus pechos, acariciándola, mi pene estaba duro contra ello, y eso me incomodaba.
Una extraña humedad en mi boxer, cosa que nunca me había pasado antes.
—¿Sí? —me pregunto alejándose de mis labios.
Sus profundos ojos café mirando los míos, mis ojos se desviaron a sus labios hinchados por los besos apasionados.
—Vamos a la habitación, por favor—rogué, una sonrisa se coló en los labios de la rubia, para levantarse de mi cuerpo.
Viéndola así, de pie, con esa ropa interior seductora que nunca había visto en nadie, me provocaba cosas que no debería sentir. Los sentimientos impuros que se desarrollaban en mi interior hacia ella, no eran normales.

ESTÁS LEYENDO
Zabdisus
FanfictionÉl odiaba el pecado. Ella era un pecado. Él odiaba el fuego. Ella era el fuego. Él amaba la tranquilidad. Ella era descontrol. Él la amaba. Ella sólo lo tomaba como un juego. Él odiaba pecar; sin embargo, lo hizo gracias a ella.