20: Conflicto interno

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Hace un mes que nuestra pequeña mentira pasó a hacerse realidad

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Hace un mes que nuestra pequeña mentira pasó a hacerse realidad. Tres semanas para ser exactos, veintiún días que se han pasado volando. Hace dos semanas también que nuestros padres se enteraron y a partir de ese momento se han vuelto más pesados si es posible. Y también hace una semana que no le veo, no porque no hayamos querido, sino porque estamos demasiado ocupados. El único momento en el que hemos estado juntos ha sido en las pocas clases en las que coincidimos, como ahora mismo, por ejemplo, que por cierto no sé si es por simplemente su presencia o porque no deja de mirarme, pero me está poniendo nerviosa y no puedo concentrarme.

─ La pizarra está ahí por si te habías perdido ─ le susurro en un momento en el que el profesor no está mirando.

─ Me gusta más mirarte a ti, es mucho más entretenido.

─ Pues mírame en otro momento, ahora presta atención ─ le digo girándole la cabeza hacia el otro lado.

Pero no pasan ni dos minutos cuando vuelve a girarse.

─ ¿Haces algo esta noche?

─ ¿Hoy no tienes partido? ─ le recuerdo.

─ Sí, pero podríamos hacer algo después.

─ ¿No prefieres estar con tus amigos?

─ No, sin duda prefiero estar contigo ─ asegura y juro que se me acelera el corazón.

─ Aaron y Olivia, si es algo más importante que la clase compartirlo para que todos nos enteremos.

Pasa lo que me temía que pasaría, que acabaríamos cabreando al profesor.

─ No es nada, solo le estaba pidiendo...

─ Unos apuntes ─ le cortó antes de que diga algo inadecuado.

─ Pues si habéis acabado, ¿me dejáis seguir con la clase?

Asiento y vuelvo la vista a mi cuaderno, pero el idiota de al lado sigue con su mirada fija en mí.

─ ¿Quieres dejar de mirarme? ─ suplico.

─ ¿Tienes que trabajar hoy? ─ me ignora completamente.

─ Hablamos luego que nos van a regañar.

─ Pero me aburro Liv, no me gusta la química, no entiendo nada ─ se queja apoyando la cabeza en mi hombro.

─ Normal, es lo que pasa cuando no prestas atención.

─ Eso es porque me distraes.

─ Si claro, no es mi culpa ser irresistible ─ ironizo.

─ Por supuesto que no, pero está acabando con mi cordura.

─ Era ironía por si no lo habías pillado.

─ Lo mío no, es totalmente cierto, eres preciosa.

El profesor nos vuelve a mirar a punto de volver a echarnos la bronca, pero justo suena la campana librándonos de su regañina.

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