Uno

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Un suspiro pesado rompió el silencio que se había instalado en la cocina desde hace varios minutos.

Jungkook que lo escuchó a pesar de la distancia que los separaba, no fue capaz de preguntar su razón, pues el ambiente tenso parecía absorber cada una de las palabras que querían salir de su boca y simplemente cada rincón de su mente estaba en blanco.

Habían tantas cosas que quería decir, que era difícil darle prioridad solo a una de ellas. Jungkook pensó en que tal vez todavía no se habían creado las suficientes palabras, o que aún no habían concepciones existentes, que pudiesen ayudarle en ese momento.

Por eso tuvo que mantenerse ignorante de su entorno, enfocándose solo en seguir con sus tareas y pensando vagamente en una forma de iniciar una conversación que lo guiara a lo que tanto quería decir. Porque desde que había visto a Taehyung de nuevo, tenía la necesidad constante de siempre hacer algo más.

Sentía como... como si algo le faltara.

Y aunque Jungkook sentía el peso moral de tomar la iniciativa sobre él, solo pudo agradecer para sus adentros cuando una voz que no era la suya cortó el silencio.

Al fin.

Gracias, al fin.

—Oye, Jungkook —fue Taehyung quien habló con cierta pesadez que podía evidenciarse en su tono bajo de voz—. Siento mucho que tu primer empleo después de graduarte haya sido uno como este, y aunque sigo creyendo que no fue una muy buena idea, también agradezco que hayas decidido quedarte... a pesar de todo —dijo bajito y antes de soltar otro largo suspiro. Como si el aire que expulsaba por la boca nunca fuera suficiente para drenar el sentimiento invasivo que tenía instalado en el pecho.

De hecho, no lo era.

—Espero algún día ser capaz de compensártelo —agregó en un murmullo y después de un pequeño silencio, aunque parecía más para sí mismo—. En cuanto pueda, lo haré. Algún día te lo pagaré.

Eso último llamó su atención.

Jungkook apartó la vista de las verduras que estaba lavando y por un momento solo se dedicó a mirar el perfil de Taehyung. Siguiendo el movimiento ágil de sus manos, que a diferencia de las suyas, no se habían detenido ni ralentizado, ni siquiera por la distracción de sus pensamientos que también le tenían tan callado.

Fue casi imposible no dejarse llevar por la atracción que lo guiaban directo a sus bonitos ojos cansados y Jungkook los miró con detenimiento a la distancia. En un intento absurdo por buscar en ellos al menos un atisbo de sus dudas ocultas, de quizás encontrar alguna pequeña parte de sus miedos.

Aunque sabía que eso era imposible.

Estudió su expresión decaída y se esmeró en volver a memorizar cada uno de sus detalles, como si no los tuviera ya tatuados con tinta permanente en cada rincón de su caótica memoria.

Aún así, jamás tendría suficiente.

Y de alguna forma, mirar a Taehyung se sentía muy extraño en comparación a como hacía en el pasado. Para Jungkook era distinto verlo de esa forma y con esa aura que rozaba apenas lo sombrío porque... Honestamente, no lo recordaba así.

Se sentía muy lejano a como alguna vez fue y bastante diferente a como alguna vez imaginó que sería.

Lucía como si en cualquier momento fuera a rendirse o como si ya no le importara siquiera seguir. Como si sus acciones fueran más por seguir una costumbre impuesta por sí mismo, que porque realmente quisiera hacerlo.

De hecho... Taehyung no parecía disfrutar nada en absoluto.

Era frustrante el solo ser testigo de ello y ni siquiera terminaba de verse cómodo ahí. Era triste saber cuánto se había partido el lomo para poder llegar hasta donde estaba, y que no lo hiciera feliz era...

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