Tres

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¿Debería... o no?

Jungkook finalmente decidió que tal vez no tras pensarlo una vez más. Aunque justo unos segundos después cuando comenzó a retroceder en sus pasos, volvió a cambiar de opinión.

Su mirada regresó hacia el mismo estante de supermercado y al mismo producto, una vez más cuestionándose si en serio valía la pena romper el acuerdo que había hecho consigo mismo solo por algo como eso. Porque aunque en teoría no era una compra del todo necesaria, le era demasiado difícil ignorarla.

Aunque debería.

Y el dilema dentro de todo ello, es que Jungkook ya llevaba un tiempo cuidando cada gasto que hacía, por muy mínimo que fuese. Porque aunque tenía todo lo necesario para poder vivir bien, el dinero que recibía de salario era muy justo como para apenas cubrir sus necesidades más básicas y ya.

Nada más.

Así que obviamente intentaba no gastar en antojos como ese o en cualquier otra cosa que no fuese estrictamente necesaria. Especialmente porque se conocía lo suficientemente bien como para saber que dejarse llevar por algo así de sencillo, sería igual a terminar con varias tonterías dentro del carrito que eventualmente le dejarían sin un centavo para posibles emergencias.

Así que sí... Económicamente las cosas no iban muy bien para él, pero no todo era tan malo.

Y es que por mucho que le avergonzara recordarlo, la verdad es que sus folletos mal hechos sí que les habían servido de algo. Había atraído a un par de clientes que frecuentaban la zona y en parte por eso es que tampoco podía quejarse.

No importaba tener que restringirse al hacer las compras si la espera valía la pena, es solo que... A veces extrañaba tener dinero suficiente como para al menos comprar su cereal favorito, tal ve un par de dulces para cuando quisiera masticar algo.

Incluso había dejado de tomar gaseosa y jugos desde hace unas cuantas semanas atrás, y por muy beneficioso que eso sea el cambio para su salud, a veces no podía deshacerse de sus antojos que le golpeaban de repente, especialmente de aquellos a los que ya se había mal acostumbrado.

Pero el sacrificio valdría la pena. Fue con eso en mente que se separó del estante repleto de papas fritas y se movió hacia su carrito, antes de poder arrepentirse.

Era bastante tarde para estar haciendo las compras de la semana y Jungkook lo sabía, por eso no se molestó en cambiarse la ropa con la se supone que iba a dormir porque igual no había nadie, no importaba. De hecho, ni siquiera estaba dentro de sus planes tardarse tanto como lo estaba haciendo, pero en su defensa, tampoco contempló que todos los nuevos productos exportados se verían así de atractivos.

Debía concentrarse, solamente en sus prioridades.

Y realmente lo logró por un rato mientras escogía un par de productos de limpieza que ya se le habían agotado, pero Jungkook también era una persona débil y demasiado terca, que abandonó la idea de ahorrar cuando pasó frente al pasillo de galletas.

Es decir, quizás podrían considerase también como un antojo innecesario, sí... Podría ignorarlo.

Pero no fueron los productos o la idea de su contenido en sí lo que llamaron su atención, sino esa imagen tan familiar que trajo a su mente un bonito recuerdo apenas la vio ahí. Entonces Jungkook se repitió a sí mismo, una vez más, lo bobo que era a veces y lo condenado que estaba a seguir siéndolo.

Porque sus ojos inmediatamente se enfocaron en la edición limitada de galletas Oreo y no pudo evitar apurarse hacia ellas. Y ni siquiera le gustaban tanto como para considerarlas en su lista de compras y mucho menos para emocionarse así, pero era tan prisionero de los fuertes latidos acelerados dentro de su pecho, que simplemente no pudo evitarlo.

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