Once

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La vida era demasiado injusta y Taehyung lo descubrió cuando cumplió ocho años.

Las memorias de esa época se sentían como lejanos espejismos que se desvanecían al querer indagar en ellos. Pero si había algo no podría olvidar ni aunque lo intentara, fue cuando finalmente se le permitió vivir, cuando se le liberó de la pequeña prisión que habían creado inconscientemente para él.

Lamentablemente, lo primero que Taehyung conoció fuera de su antiguo mundo, fue la pena.

Un sentimiento que se manifestaba en miradas fijas y estigmas permanentes, uno con el que tuvo que crecer y aprender a lidiar.

Taehyung a una corta edad había sido retirado de la custodia de sus padres biológicos tras ser encontrado en unas terribles condiciones de vivienda y salud, y para antes de que siquiera aprendiera las tablas de multiplicar, ya había pasado por al menos dos organizaciones que le ayudaron a sobrellevar la situación y seguir con sus estudios.

Era complicado y más a una edad tan temprana, pero lo que menos le gustaba dentro de todo eso, era el tener que sobrevivir a base de la lástima que generaba en las personas que ni siquiera lo conocían. No tenía otra opción.

Era eso o regresar a donde lo habían sacado.

O al menos las cosas fueron así hasta que cumplió los diez años de edad, porque cuando empezaba a creer que no había más esperanza para alguien como él, ciertas personas llegaron a su mundo y lo eligieron entre otros tantos niños para poder formar parte de una familia.

Fue hasta entonces que Taehyung conoció lo que era un hogar.

Precisamente porque le permitieron refugiarse en la bondad de una familia, fue que no pudo juzgar a su padre ni a su madre por tratarlo como si todo lo existente pudiera quebrarlo cuando lo recibieron. No le importó en absoluto que también le miraran de esa manera que tanto detestaba en los demás, porque eventualmente se adaptaron a él. Muy pronto lo trataron como si siempre hubiera estado ahí y las cosas se terminaron de acomodar en su vida cuando finalmente nació su hermana.

Aún así, seguían habiendo quienes le trataban distinto cuando se enteraban de todo por lo que había pasado y entonces empezaban a mirarle hacia abajo. Como si de repente hubieran encontrado un cachorro abandonado.

Y fue así durante casi toda su vida. Cuando alguien le ofrecía su "honesta ayuda", sabía con anticipación que quizás era porque estaban movidos principalmente por la pena y de alguna forma estaba acostumbrado a ello.

"No tenías que haber pasado por todo esto tú solo, hyung. Yo estoy para ti."

Pero si a Jungkook nunca le había contado la mayor parte de todo eso, ¿entonces por qué él siempre...?

—Hyung, ¿podrías ayudarme a cargar esto? Es pesado —una voz bajita le preguntó con cierta timidez una vez que su mente se enfrió tras todo lo que le dijo en el restaurante, al fin guiándose por la coherencia y no por sus sentimientos revueltos.

Jungkook ni siquiera se atrevió a mirarlo cuando Taehyung se acercó al otro lado del colchón que apenas podía equilibrar, pero que sí o sí debía de mover.

No podía escapar de él hasta al menos asegurarse que tuviera dónde dormir.

—Sí, lo siento —le dijo tras abandonar sus maletas abiertas en la habitación vacía que Jungkook le había ofrecido, apurándose a tirar del otro extremo libre con un leve sentimiento de culpa instalándose en su pecho al verlo con las mejillas sonrosadas y la mirada en el suelo, como si lo estuviera evitando.

Taehyung no tenía duda de que así era. Tampoco lo culpaba.

Tras un suspiro y unos cuantos esfuerzos en medio del pasillo que solo era iluminado con la luz que se filtraba de la cocina, terminaron de llevar el viejo colchón al suelo de la habitación que seguía a oscuras.

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