Capítulo VI: Beatriz

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Hoy es diecinueve de mayo. Hoy tengo que ir a tocar en el coro de la Iglesia, esto será en la mañana, luego iré donde Bea a felicitarla por su cumpleaños. Mientras me preparo y llego a la iglesia, me distraigo recordando algunas cosas.

En estos últimos días han pasado algunas cosas interesantes, he estado yendo seguido a ver a Alicia al salir de sus clases. La veo poco, pues debe regresar a casa, pero aprovecho y me quedo hablando con Isabel y Jhonny. La verdad casi todo el año he estado así, pero este mes lo he hecho más seguido.

Mi amistad con Isabel se vuelve cada vez más importante para mí; ahora es mi confidente, le cuento sobre Alicia, y ella se burla constantemente de mi forma empalagosa de hablar de Alicia. Luego de un tiempo, Isabel empezó a hablarme de su novio, siempre me contaba fragmentos de su historia, alegando que tenía similitudes con mi historia. Estas charlas me daban mucho ánimo. Un día, traje a Isabel y Lissette a las clases de guitarra. Lissette decía que quería aprender, me pareció buena idea, pero no lo fue. Pero ese día aproveché de hablar mucho con Isabel, me contó cómo comenzó su relación. Me contó cómo era todo antes de ser novios y cómo se sentía, siempre buscando cosas que se parecieran a mi situación actual. Me contó también algunos tropiezos que tuvo, pero que al final todo estaba bien actualmente. Me animó mucho esa plática, además siento más confianza ahora. La quiero mucho, es mi amiga más importante.

El día de la madre estuvo muy lindo, aproveché los ensayos del coro de la Iglesia para salir de mi casa. Ensayamos un poco antes de empezar a tocar. Empezamos con la casa de Eliseo, como a las siete y media de la noche, luego de un par de casas, algunos comedores y muchas lágrimas, llegamos a mi casa. Eran las nueve ya, mis padres estarían muy molestos conmigo. Toqué, salió mi mamá, que oportuno.

— Ya era hora — dijo aún a unos pasos —... ah, no venís solo — dijo al ver al resto.

— Felíz día de la madre — dije y empezamos a tocar.

Ella se quedó muda, mi papá se levantó a ver y se colocó a su lado. No seremos los mejores mariachis, pero la serenata fue un éxito. Le costaba contener las lágrimas cuando terminamos de cantar, yo no podía con mis nervios. Me acerqué más a ella.

— Felíz día, mami, espero que le haya gustado. — Ella solo asintió — yo le tengo una canción extra, ésta la cantaré solo.

Comencé a cantar, un vals para mi madre, con muchos nervios, el corazón al máximo, me temblaba la voz, mis dedos, mis piernas; ella estaba a punto de llorar de la alegría. Al terminar la abracé y le di un beso en la mejilla. Le dije cuánto la quería, cuánto la amaba. Luego le expliqué que hacían falta las casas de los demás, que volvía más tarde, mis padres me dejaron marchar con esa promesa de tener cuidado, promesa que esconde siempre un «si te pasa algo me muero». Terminamos todo a las diez y media, a esa hora regresé a mi casa. Mi madre seguía muy felíz, fue un buen día.

Ya estoy en la iglesia. Ya casi es hora de comenzar, ya estamos conectando todo. Geova me da una explicación de cómo conectar todo, algún día me tocará conectarlo a mi solo, o al menos eso me dice él. Estoy preparado, hemos ensayado lo suficiente las alabanzas.

• • •

Ya he terminado de tocar, estuvo bien, de último empecé a sentir nervios; tocamos alabanzas que no practicamos, pero pude seguir el paso sin problema. Justo ahora me dirijo a casa de Bea, para felicitarla.

En el pasaje de Bea vive también Alicia, así que veré si puedo pasar a saludarla también. No le compré regalo y mientras bajo el pasaje me pregunto si se molestará, ya pronto lo sabré, estoy llegando a su casa.

Toco a su puerta, y sale rápido. Se ve felíz.

— ¡Hola, Bea! — le digo y la abrazo — Felíz cumpleaños.

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