Llevo tres días sin poder dormir; no logro conciliar el sueño hasta las dos de la madrugada, después de pasar varias horas entre llanto, y aún así me despierto dos horas después. No pensé que me podría afectar tanto esto; no dejo de pensar en mis momentos junto a Isabel y eso me hace llorar al recordar que podría perder eso debido a lo que siento. Ya no tengo dudas, me enamoré de ella pero, ella tiene a Carlos y no hay más.
No puedo dejar de pensar en que debido al beso en la mejilla, que le dí aquél día, se haya vuelto un poco distante. Una parte de mí piensa que seguramente yo me estoy inventando esto, que realmente ella no se ha mostrado más distante que antes. Pero tengo miedo. Eso es todo, estoy asustado con la idea de perderla.
José me escribió, quiere que vayamos donde Isabel. Quizá esto me ayude a poder dormir; espero que Isabel no note que no he dormido nada. Necesito hablar con ella; necesito saber si realmente se está alejando poco a poco de mí.
El sol no está demasiado fuerte y José se muestra bastante alegre, eso me ayuda a olvidar, mientras caminamos, todas mis preocupaciones sobre Isabel. ¿Podré verla a los ojos? Ese pensamiento me asusta.
Isabel sale a recibirnos, tan estoica como siempre, con su ropa casual. Frunce un poco sus labios, un tanto secos, antes de saludarnos, con su dulce voz de soprano, para luego abrazarnos.
Solo se encuentran Isabel y Lissette en casa; tengo más probabilidades de hablar con Isabel. La plática entre José e Isabel es corta porque José rápidamente empieza a chatear, dejándome hablar con Isabel, interrumpiendo pocas veces, mientras Lissette mirá la televisión.
— ¿Cómo siguen las cosas con Alicia? — pregunta Isabel con una sonrisa.
— Igual que siempre — no miento —, los apodos, los mensajes dulces y los «te amo».
— Pues sí, lo mismo de siempre — dijo Isabel con indiferencia.
Ya que estamos sentados en el suelo, me acerqué a ella y me recosté en sus piernas; ella me lo permitió y empezó a jugar con mi cabello. Me siento tan bien así.
— ¿Tú te sientes bien con Alicia? Después de lo que pasó, pensé que no volverías a hablar dulcemente con ella.
— Es que no lo sé, yo también pensé que no volvería a ser dulce con ella pero cuando me escribe no soy capaz de rechazar su dulzura — no miento en lo que acabo de decir —... vaya que te gusta mi cabello — no quiero hablar de Alicia.
— Es que es bien suave — su voz era una mezcla entre dulzura y dolor —... envidio tu cabello.
Sus dedos se entrelazan una y otra vez en mi cabello y eso me gusta tanto, pero debo hablar con ella sobre el asunto que no me deja dormir.
— ¿Te puedo preguntar algo?
— Claro, pregúntame — parece tener curiosidad.
— ¿Tienes miedo de que me enamore de ti? — la curiosidad pasa a ser confusión.
— ¿Por qué... dices eso?
— Bueno... es que... he notado que te alejaste un poco de mí — apenas las palabras salen de mi boca me arrepiento; la mirada de Isabel se vuelve dura, sus dedos se detienen dejando de jugar con mi cabello.
— ¿Yo me alejé? — su voz es apenas un susurro lleno de dolor.
— No físicamente — me cuesta contener las lágrimas bajo su mirada —. Físicamente te has acercado. Me has cuidado y consolado — ¿Por qué tuve que preguntar? —, no sé cómo explicarlo.
— Ya veo que no — volvió a jugar con mi cabello y su expresión se suavizó.
— Es que te has acercado pero a la vez es como si te alejaras — ¿Por qué sigo con esto? —... no sé como explicarte.
— ¿Y tú piensas que es por qué siento algo por ti o puedo sentirlo?
— ¡No! Digo que quizá tengas miedo de que yo sienta algo por ti.
— Ah, ya — está tan incómoda como yo —, pero no, tranquilo, no es eso.
— ¿Ah? ¿Como que no es eso? — ¿Qué? Estoy muy confundido.
— No, es qué — cerró los ojos y soltó un gemido —, no es eso... no me he alejado es solo que... ¡Ay no sé! — vuelve el dolor a su mirada.
— Supongo que ninguno sabe explicarse, creo que solo nos confundimos más — no quiero seguir con esto.
— ¡Ja! — Sonrió — creo que sí, mejor lo hablamos otro día ¿Sí?
— Está bien, trataré de buscar la forma de explicarme la próxima vez.
— Está bien.
Sus dedos vuelven a jugar con mi cabello, esta vez llegando a tocar el pelo corto detrás de mi oreja; es tan relajante. Inclino hacia un lado mi cabeza para facilitar el movimiento de sus dedos. Como quisiera quedarme en este momento, recostado en sus piernas.
Continuamos hablando, esta vez un poco con José, mientras sigo recostado en sus piernas, hasta que oí el abrir las puertas por parte de la mamá de Isabel y entonces me siento como normalmente en el suelo, cerca de Isabel.
Ahora la mamá de Isabel se suma rápidamente a una conversación casual, comenzando por la razón de que estemos aquí, lo cuál es fácil de responder, pues solo estamos de visita. La mamá de Isabel viene cansada y rápidamente busca en dónde recostarse a descansar.
La mamá de Isabel me agrada mucho. Tiene un carácter un poco fuerte pero aún así es muy agradable y amable, aunque da miedo algunas veces. Espero agradarle tanto como ella a mí, aunque, siendo objetivos, que me deje estar en su casa es muestra de que le agrado.
Después de hablar con la mamá de Isabel, el camino de regreso es bastante agradable, el sol casi se a puesto y José sigue tan animado como en la ida. Creo que no escuchó nada de lo que hablé con Isabel; pero esto lo hace pensar, seguramente, alguna cosa rara que encaje. Puedo notar que tiene curiosidad pero no se atreve a preguntar nada.
Cerca de regresar a nuestras casas al fin José preguntó.
— Mirá ¿Y vos y la Isabel...? — arqueó una ceja.
— ¿Ah?
— Ya sabes ¿Ella te gusta?
— ¿Qué? No — así que eso se le ocurrió — ¿Por qué lo dices?
— No, es que como los vi hablando, pensé que... nah, olvídalo. — hizo un gesto con la mano.
— olvidado — me reí — tranquilo, nuestra conversación fue muy diferente a lo que imaginas.
Hasta aquí quedó nuestra charla. Realmente no le mentí, nuestra charla fue muy distinta a lo que seguramente se imaginaba; pero admito que me intriga conocer más detalladamente lo que se imagina.
Creo que esta noche podré dormir, al menos un poco más que los últimos días. Aunque no dejo de pensar en sus palabras «no es eso», ¿A qué se refiere? Vamos, estoy muy confundido. Tenemos que acabar esta conversación lo más pronto posible.
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Amor y Amigos.
Roman pour Adolescents- Quiero hacerte una propuesta, aunque sé que está mal; no podemos cambiar lo que sentimos, entonces dejemos que pase lo que tenga que pasar. Mientras nadie lo sepa, nadie nos puede juzgar... ¿Aceptas? Los amores prohibidos son siempre los más inten...