Ya han pasado unos días y hoy estamos once de abril, cumpleaños de Isabel. Hoy cumple quince y estoy esperando a que salga de estudiar para felicitarla. Mientras espero se vienen a mi memoria el cómo la conocí, cosa que no se dio de la forma más común. Ella y yo fuimos compañeros de escuela de pequeños pero prácticamente no hablamos, nunca he sido muy sociable, entonces las pláticas que llegamos a tener son en las ceremonias de entrega de medallas de excelencia académica, ya que ambos mantenemos una racha en ese aspecto. La charla del año pasado quizá fue la más amena porque, a mediados de año, ella me empezó a hablar un día que nos encontramos por casualidad, me hablo para preguntarme de un examen de matemáticas, lo recuerdo bien, luego de eso casi solo fueron saludos al encontrarnos. Era raro que habláramos, como dije antes, no soy muy sociable, y a veces hasta me era incómodo encontrarla por esta razón: mi timidez.
A principios de este año, impulsado quizá por la conversación en la entrega de medallas, conseguí su número y le escribí. Así empezamos a hablar un poco más e igual a hablar un poco más en persona cuando nos encontrábamos, lo cual era seguido porque ella visita a un vecino. Ahora es una amiga muy importante para mi, junto a Jhonny .
Justo acaban de tocar el timbre de salida y ahora esperó a que pronto salga y verla; así sucede, viene con Jhonny, como me lo esperaba.
— Felíz cumpleaños — le digo mientras levanto mi mano antes de estar junto a ella. Ella me mira con una mirada que me es difícil explicar pero trataré: me mira con cierta incredulidad, quizá no esperaba que la felicitaria, junto a una pequeña sonrisa que solo se empieza a dibujar, y para que la visualicen correctamente, sumen un poco de coquetería, al parecer natural en ella.
Ahora está junto a mí así que la abrazó y la vuelvo a felicitar — felices quince, Isabel.
— Gracias, Alex — dice mientras me abraza con mucho cariño, como yo a ella. Luego de un momento se separa de mí —, ¿qué me trajiste de regalo?
— Pues nada — digo algo apenado —, no tengo dinero por ahora para eso, te lo deberé.
— Está bien. ¿Quieres ver lo que me dio Jhonny ?
— ¡Claro!
— Vamos dónde José y te lo muestro — ahora dirigiéndose a Jhonny , que había estado atrás hasta ahora —; vamos.
Así caminamos hacia la casa de mi vecino José. Justo antes de ir saludé a Jhonny y a la hermana de Isabel. Al llegar a casa de José, Isabel lo saluda y este la felicita y luego le hace las mismas preguntas que a mí. Luego entonces empieza a sacar de su mochila el regalo de Jhonny: un libro de la serie gravity falls, muy hermoso. Ella se muestra muy feliz con el libro y muy agradecida con Jhonny . Todos estábamos sorprendidos con el regalo, pues era increíble, y así estuvimos durante un rato, hablando de la serie y revisando las páginas de este diario. Luego José nos dice que la mamá de Isabel le escribió y entonces está tiene que irse pronto.
Luego que se fue Isabel, yo regresé a mi casa, hasta que José me habló para pedirme que llegase a su casa y así lo hice. Ahora estaba la mamá de Isabel ahí, fue la primera vez que la veía. Ella nos dijo que quería festejar el cumpleaños de Isabel, pero por falta de recursos no podía hacer una fiesta; nos dijo que compraría un pastel y esperaba que pudiéramos llegar a su casa a la hora de cenar, y que le dijéramos a otros amigos cercanos de ella. Yo aproveché de comentarle un proyecto que tenía en mente, proyecto que voy a especificar luego.
Le avisamos a Jhonny y algunas amigas de ella, una de ellas Sofía, la única que llegó. Así, yo pedí permiso de ir y a las seis de la tarde, después de estudiar. A la hora propuesta me encontraba ya listo para salir junto a José, solo esperábamos a Jhonny y Sofía, quienes llegaron un rato después y así caminamos a casa de Isabel.
Al llegar fuimos recibidos por ella, su madre y sus hermanas. Prontamente entregué mi humilde regalo a Isabel, quién me lo agradeció con cariño y un abrazo. Dentro de la casa se encontraba ya Carlos, un desconocido para mí, pero que al parecer Jhonny y José ya conocían. Entramos en la casa, una casa pequeña, con lo necesario para un hogar, ahí buscamos asiento todos. Yo que había llevado mi chaqueta azul, me la quite y la coloqué en mis piernas mientras conversamos; Sofía parecía un poco incómoda y Carlos casi solo hablaba con Jhonny . La madre de Isabel fue a traer nuestra cena, unas pupusas, mientras Isabel y José contaban cosas que les habían sucedido hace unos años. Carlos y Jhonny se encontraban a un lado del resto, y en otro lado, a espaldas de Isabel y frente a mí, se encontraban las hermanas de Isabel. Cuando la mamá de Isabel regresó y fue servida la comida, todos mantuvieron sus puestos y solo cambiaron los temas de conversación.
— Ven y siéntate junto a nosotros, Lissette — le dije a la hermana de Isabel.
— ¡No! No quiero — rechazó con frialdad.
— ¿Por qué no?
— ¡Porque no, wey!
— Ahí déjala, Alex — me dijo su madre — ella así es, no le gusta convivir.
— Bueno, cosa de ella será, yo solo lo decía porque se me hace incomodo que esté tan separada.
Luego de terminar las pupusas, la mamá de Isabel sacó del refrigerador el pastel y todos empezamos a cantar, o tratar de cantar, el feliz cumpleaños, muy mal afinados, en grupo.
— Se nota que nadie es cantante — dijo Isabel al terminar el canto — gracias por estar aquí, a todos — nos miró a todos, uno por uno, terminando en Carlos.
— Ahora el pastel — dije mientras me disponía a grabar. Empezamos a cantar, nuevamente, el «ya queremos pastel» en un coro desafinado.
Como en cualquier celebración, luego de soplar las velas era el momento de morder el pastel y, a razón de lo que todos queríamos, Lissette se encargó de estrellar la cara de Isabel en el pastel. Muchas fotos tomamos de Isabel embarrada de pastel, no dejando que se limpiara hasta estar todos satisfechos.
Luego de esto José reprodujo una canción para Isabel, que al escucharla cerró los ojos y luego lloró. Es en este momento que recuerdo sentir un goce y alegría por estar ahí, por haber sido parte de este día tan especial para ella como lo fue su cumpleaños. Sentí muy al fondo de mi ser, un cariño especial, una empatía con ella.
Luego del pastel y en vista de la hora, la madre Isabel dijo que nos acompañaría de regreso a nuestras casas y entonces fue a preparar unas cosas. Mientras tanto ella preparaba las cosas en la parte trasera de la casa, en la sala se dio una escena reveladora: estaba conversando con Jhonny cuando se empezó a sentir una presión en el aire, que en pocos segundos entendí su procedencia, estaban Carlos y Isabel hablando en susurros, muy cerca el uno del otro y por momentos llegando a tocarse la barbilla de Carlos con la frente de Isabel. Fácil será y fue entender lo que se veía en esta escena, para mí, que quizá era el único que no sabía, fue obvio el lazo entre Carlos e Isabel, entendiendo porque el peso en el ambiente. Acabada esta escena, al regreso de la madre de Isabel lista para partir, el ambiente se sintió menos tenso y así nos despedimos todos de Isabel y procedimos la marcha a nuestras casas. No sin antes utilizar el momento para decirle a Isabel que quería hacer un almuerzo entre amigos en prontos días y quería saber si le gustaría participar.
— Claro, solo es que me digas el día y ya, también que me den permiso.
— Por el permiso no te preocupes, yo me encargué de eso ya. El día y hora te lo avisaré en estos días.
— Entonces sí, solo avisame.
Dicho esto me despedí con un abrazo y un adiós y empezamos a caminar a nuestras casas.
Al llegar a mi casa, mi madre bromeó un poco con la madre de Isabel que prontamente se marchó.
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Amor y Amigos.
Genç Kurgu- Quiero hacerte una propuesta, aunque sé que está mal; no podemos cambiar lo que sentimos, entonces dejemos que pase lo que tenga que pasar. Mientras nadie lo sepa, nadie nos puede juzgar... ¿Aceptas? Los amores prohibidos son siempre los más inten...