Capitulo XXXV: explicación

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Fue peor de lo que imaginé.

Me levanté temprano, a las cinco y treinta, me bañé, vestí y desayuné, para asistir a la entrega de medallas por excelencia académica. Al entrar a la escuela, me senté donde se me ordenó, aunque cada vez que alguien nuevo venía había que desplazarse. Al cabo de un rato entró Isabel y Lissette; fue una total alegría para mí verla, estaba más hermosa que en mis sueños de esta noche, pero esa alegría duró poco. Ella se sentó a la par mía, me saludó y se mantuvo tan distante como le era posible; sentía un enorme dolor en el pecho, mientras trataba de hablar con ella y lo único que conseguía eran respuestas frías, cortantes y desinteresadas.

Me estaba consumiendo la tristeza, y decidí tomar su mano, pero entonces ella me rechazó con sutileza, apartando su mano; ¡sentí que me clavaban un cuchillo al corazón! Retiré mi mano, con un nudo en la garganta, con las lágrimas queriendo salir ¿Fue por lo que dije anoche? Estoy seguro que todo fue una confusión pero justo ahora no me salen palabras para explicar; volteé a ver a Isabel, pude notar el dolor, la ira y la amargura, antes que huyera de mi mirada y eso me destrozó.

Ya casi era nuestra hora de pasar, y yo solo podía tratar de encontrar fuerzas para hablar con ella; pero no fue hasta que ambos pasamos que lo conseguí, luego de felicitarla y que ella se negara a que la abrazara, mientras nuestros padres recibían unos papeles.

— ¿Isabel, qué pasa? — pregunté con esfuerzo.

— Nada — me contestó fríamente mientras me fulminaba con la mirada.

— ¿Entonces por qué no me dejas abrazarte? — no lo soporto.

— ¡Porque no quiero! — rugió entre dientes.

— ¿Es por lo de ayer? — las lágrimas brotaron de mis ojos.

— No, no es por eso — afirmo con frialdad.

— ¡Isabel! — Rogué con desesperación, mientras sentía que me encogía bajo su mirada.

— No es nada — continuó.

— Por favor, dime — supliqué.

— Mira: sí, es por lo de ayer — comenzó con firmeza; yo me encogí bajo su mirada —, pero está bien, ¿sí? Solo no tenías por qué decirlo — ahora parecía aún más enfadada —. Yo sé que ella va antes que yo, que ella es tu novia y que tu mamá lo sabe, es obvio — se calmó; respiró, frunció los labios y continuó —. Yo sé todo eso, es más que obvio, no soy estúpida.

— Isabel — traté de hablar pero a penas podía —, yo no quise decir... eso — no pude evitar las lágrimas; noté como la mirada de Isabel se suavizó un momento —. Yo no quería decir eso, perdón si eso pareció, pero no...

— No importa — me cortó con frialdad y no pude seguir, no tengo la fuerza.

Nuestros padres volvían de traer los papeles, así que hice todo lo posible por recuperar la compostura. Nuestros padres querían unas fotos, así que nos tomamos varias e incluso unas entre nosotros, pero siempre con Isabel más distante de lo normal. Me dolía.

Cuando acabaron con las fotos mis padres se fueron bajo la promesa de que pronto llegaría yo; la mamá de Isabel fue a ver unas cosas y entonces me acerqué de nuevo a Isabel.

— Isabel, por favor...

— ¿Qué? — preguntó con amargura.

— Déjame explicarte — no la podía ver a los ojos pero lo intentaba.

— ¿Qué?

— No es lo que tú crees — la traté de ver y ella me fulminó.

— Todo está muy claro, no hay nada que explicar — dijo ella secamente.

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