Jonathan perdió a su esposa a quien creía conocer y debe lidiar con un futuro incierto. Heredero de una gran fortuna e imperio, decide apostar todo por la venganza cuando se reencuentra con la niña que lo miró a los ojos cual adulta fuese. Sus plane...
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—Señorita Roper — entrecierro los ojos y suprimo las ganas de gritarle que dejaré de ser Roper en poco tiempo. Ya no más señorita Roper, no.
Señora Pine.
—Ya voy — me levanto y me miro en el espejo.
Desde que hemos vuelto, Jonathan luce enfrascado en reuniones con mi papá. La boda que se iba a realizar este mes, se aplazó al siguiente por el viaje a Egipto. En el cual yo no estaba incluida.
Y ahora, teníamos un almuerzo que había tenido a mi papá inusualmente entusiasmado.
Jonathan y yo casi no teníamos momentos a solas, era prácticamente imposible.
Y la situación me estaba hartando.
—¿Dónde está Jonathan?
—Esperándola abajo, como todos.
Miro a Anna, una de las mucamas que mira a Jonathan como si fuera un platillo que escoger. Y ella aparta la mirada hacia abajo.
Levanto el mentón y me encuentro con Corky a medio camino. Se acerca galante y me ofrece su brazo.
—Luces hermosa. Lo luces siempre, pero esta vez te has pasado. Brillas.
Entorno los ojos.
—¿Cuáles son tus intenciones? Alagas, pero nunca tanto Corky.
—Oh, no tengo ni una intención en particular más que disfrutes esta noche. Después de todo, no nos veremos en mucho tiempo.
—Se irán solo un par de semanas.
—Claro, eso si las cosas no salen mal.
Me detengo al final de las escaleras, diviso a los demás en el comedor.
—¿Por qué deberían salir mal? Siempre van y vienen, ¿Qué sería diferente esta vez?
Corky resopla.
—Te sorprenderías de las cosas que son diferentes esta vez — Corky hunde la vista en el suelo cuando algunos pasos se acercan por el pasillo — pero si tan solo supieran lo que yo sé.
Frunzo las cejas cuándo una sensación de desasosiego se me instala en el pecho por la forma tan oscura en la que lo dice. Abro la boca para saber a que se refiere, pero un par de manos toman uno de mis brazos y me giran con suavidad.
Jonathan.
Al ver sus ojos azules, su rostro severo y su anatomía vestida en un hermoso traje azul hizo que se me disiparan todos los miedos. Me aferro a su traje y sonrío. Sintiendo las mejillas rojas.
A penas si lo he visto estos días. A penas si me ha besado. A penas si quiera.
