Jonathan perdió a su esposa a quien creía conocer y debe lidiar con un futuro incierto. Heredero de una gran fortuna e imperio, decide apostar todo por la venganza cuando se reencuentra con la niña que lo miró a los ojos cual adulta fuese. Sus plane...
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Me doy un baño y me visto. Mi cabeza se siente pesada y mi cuerpo ligeramente débil. Es como si Jonathan se hubiera llevado todo mi animo consigo.
Como supongo que estoy sola, camino por la casa sin prisa de encontrarme a Corky o a mi padre deambulando por ahí. Bajo los enormes escalones y me voy a la cocina por algo de comer. Pero me quedo de piedra cuando veo a Sebastián junto a la isla de la cocina preparándose un café.
—Ah, buenos días dormilona — levantó su taza de café hacia mí — ¿Café?
Me cruzo de brazos por inercia.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Me mira como si hubiera dicho una estupidez.
—¿Tomando desayuno?
—Eso ya lo sé — espeto — me refiero a ti, aquí. ¿No fuiste con mi papá?
—Ah, no. No estaba en los planes eso.
Enarco las cejas cuando toma una taza de la gaveta y la deja sobre la mesa para servirme café recién echo.
—¿No irás?
—No tontita — vierte café y mueve la cabeza para que me acerque — estoy aquí. Contigo.
—Sebastián — me siento en el taburete con las manos sobre la mesa dándole una mirada de reprimenda — no creo que sea buena idea que te quedes aquí.
—¿Bromeas? ¡Es una excelente idea! — rodea la isla y toma asiento a mi lado. Me da un codazo con cuidado y de paso guiña el ojo — la pasaremos genial juntos.
Entrecierro los ojos y hago una mueca.
—Tengo una idea — dice, dejando su café sobre la mesa — voy a darme una ducha y saldremos a pasear ¿Te parece?
Frunzo los labios. Porque sabía que por más que me negara Sebastián iba a encontrar una forma de seguir insistiendo. Y con eso de que Jonathan me había pedido que no lo llamara por precaución, tenía que tener mi mente ocupada en alguna otra cosa que no fuera en él. Al menos hasta que tuviera noticias suyas o de Angela. Pero ella también parecía haberse borrado del mapa.
Con Sebastián lejos de mí traté de tomarme mi café con calma y me puse a revisar mi teléfono pensando en lo que Jonathan me había dicho hace un tiempo. Si pensaba que el me estaba espiando, ¿Qué me hacía pensar que Roper lo estaba haciendo también? Después de todo lo que pasó con Bartolomé y sus extrañas palabras, no tenía ni una duda de eso. Revisé mi Instagram, una última foto publicada hace más de un mes en la orilla de la playa con uno de mis bikinis favoritos en una hermosa puesta de sol.
Así estoy bastante tiempo y no me doy cuenta hasta que Nana, aparece cortésmente por el costado para preguntarme si me retira la taza. Sebastián no ha aparecido así que subo las escaleras para ir por él a su cuarto.
