Emperatriz Lan [Xicheng]

capítulo 13.

No paso ni media hora cuando los llantos de ambos gemelos comenzaron a resonar en el interior del palacio de la emperatriz, alertando a los guardias, los cuales Ingresaron rápidamente al interior cuando escucharon los gritos esta vez de las sirvientas.

— ¿Qué sucede mujer? — Uno de los guardias detuvo a unas de las doncellas pero la mujer no dejaba de llorar sin poder argumentar palabras.

— Ve por el general Mo —ordenó el otro.

El guardia sin dudar fue por su superior y el que quedó ingreso al interior de los aposentos.

Esta vez estarían muertos.

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En el salón principal Jiang cheng molía tinta para su esposo mientras lo ignoraba, el último buscando desesperadamente la mirada de su amado.

Su emperatriz lo llevaba ignorando desde que la dama Wang se había ido y a pesar de darle todo los mimos, solo recibía golpes, y nisiquiera podía decir que eran golpes leves, Jiang cheng era muy fuerte sin perder su toque delicado y elegante y después de sus entrenamientos juntos se notaba la diferencia, no es que dijera que WanYin era débil, desde un principio mostró que no lo era, pero se podía ver que era mucho más fuerte, tanto como él.

— A-Cheng, no me ignores —Rodeó su cintura atrayendo el cuerpo de su amado contra el suyo.

— Lan Xichen, por qué mejor no vas con esa señorita de tu harén —Habló rodando los ojos.

— ¿Wang LingJiao? —Lan Xichen supo que hizo mal cuando recibió una dura mirada por parte de su Jiang.

— Entonces si es una señorita de tu harén.

— ¡No! Yo no tengo harén, y lo sabes, pero... ¿por qué dices que la señorita wang es de mi harén? Ella no vino aquí como concubina.

Jiang cheng frunció el ceño, ¡él lo sabía! Wang LingJiao no era ningún concubina.

— Esa mujer se la pasa alardeando que lo es.

— Mi A-Cheng sabe que no es verdad. Solo te amo a ti. Además ella estaba acompañada del segundo príncipe Wen, no vino para ser ni será mi concubina.

El doncel desvío su mirada ocultando su vergüenza ante las palabras de su marido. Cuando se giro para verlo de nuevo unos suaves labios chocaron contra los suyos.

— Lan Huan

— Estamos solos.

— Ni lo pienses — Lo apartó y se levantó con rapidez.

Cuando Lan Xichen también se levantó la puerta del salón se abrió abruptamamente dando paso a dos guardias.

— Sus majestades, sucedió un atentado en el palacio de la emperatriz.