capítulo 39.

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El silencio era más que incómodo para los presentes que estaban en los aposentos de la emperatriz Lan, ni siquiera el segundo consorte Lan podía hacer algo para aligerar el ambiente

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El silencio era más que incómodo para los presentes que estaban en los aposentos de la emperatriz Lan, ni siquiera el segundo consorte Lan podía hacer algo para aligerar el ambiente.

Tras un largo rato Jiang cheng dejó la tasa de té a un lado y miró con seriedad a la mujer delante de él.

— ¿Qué es lo que quieres, mujer? ¿Por qué en tu carta era urgente verme?

— Majestad... por favor, me tiene que ayudar, ya sea por lástima — suplicó la doncella con la cabeza en el suelo.

Jiang cheng la miró con impresión, hace años, estaba seguro que si le hubieran dicho que Qin Su, la doncella más favorecida por Madame Jin estaría suplicando por su ayuda, no lo iba a creer.

Con el tiempo aprendió que odiar a sus enemigos no servia de nada, odiar era sentir y él no sentía nada por las personas que alguna vez lo humillaron y humillaron a las personas que más quería.
Por esa razón ver a la mujer así no le causaba nada, ni siquiera satisfacción al verla arrodillada frente a él, la ayudaría porque estaba en sus manos y no perdía nada ayudando a quienes lo necesitaban, Qin Su ya había tenido lo que se merecía por todo los males que le hizo en el pasado siendo aún un concubino, tal vez no, ese no era su problema.

— Habla.

— Majestad, perdóneme por todo lo que le hice en el pasado... no quería, ahora le suplico por su ayuda... mi hija, ella y yo necesitamos un lugar estable donde vivir, no tenemos casi nada, y si usted me lo permite, estaría dispuesta a servirle

— ¿Por qué querría servicios alguien como tú?

— Yo...  majestad, de verdad necesito su ayuda.

— Bien. Te ayudaré con lo que necesites con la única condición de que me digas todo lo que sabes, Qin Su... y me seas leal.

Qin Su no lo dudó y asintió rápidamente.

— Sí, Sí, lo que usted diga, no le voy a fallar, lo prometo. Su majestad, estoy muy agradecida.

WanYin asintió.

— Te escucho.

La doncella dejó escapar un largo suspiro antes de comenzar a contarle todo lo que sabía a la emperatriz, el mismo relato que anteriormente había sido expuesto a la pareja.

Jiang cheng era todo un dilema, las expresiones en su rostro cambiaban constantemente mientras la mujer delante suyo articulada palabras, decir que estaba sorprendido por todo lo que le estaba diciendo era poco decir.

Jin Guangyao realmente era inteligente cuando quería. Jamás en su vida imagino un triángulo amoroso entre el par de arpías que siempre trataba de humillarlo y el perfecto príncipe Nie.

— No me sorprende que la actitud del general Nie haya cambiado tan drasticamente desde que te fuiste... debí suponer que Madame Jin tenia todo planeado. Ese trío de idiotas se matara por si solo.

Emperatriz Lan [Xicheng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora