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26 de junio

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26 de junio.

Leonor no ha dejado de pensar. Sobre pensar, más bien. Consiguió tiempo libre luego de tareas asignadas una detrás de la otra y lo uso para finalmente sentarse y escribir. Escribió una que otra cosa entre día y día, pero la inspiración la golpeó durante la noche anterior, donde estuvo completamente alejada de cualquier trabajo. No era su intención quedarse hasta altas horas de la madrugada escribiendo, simplemente no pudo controlarlo. 

Ahora tanto sus manos como sus ojeras están teñidas de negro, y es muy evidente. La tinta es un poco difícil de quitar de la piel si no se lava en el momento, y bueno, las ojeras jamás pasan desapercibidas.

—¿No te lavaste esas manos? —pregunta Beatriz, con un tono tan diferente al que suele usar con su hija.

Beatriz ha visto las manchas en las manos de Leonor horas atrás, y esperó que al volver a encontrarse con ella estas ya no estuvieran ahí, pero la joven se descuidó por completo. Está muy distraída.

—Lo siento, no he tenido tiempo. Me pasé toda la mañana buscando comida para Félix.

—¿Otra vez perdiendo tiempo con ese gato? ¿Cuándo esperas lavártelas? ¿Quieres que te vean toda sucia y desprolija?

Leonor se siente reprochada por su madre por primera vez. Estira las mangas de su ropa para esconder sus puños, sintiéndose avergonzada de tal percance. Tendría que haber sido más cuidadosa.

—No hagas eso —farfulla Beatriz, tomando sus manos para detenerla—. Se arruina la tela.

—Lo siento —repite.

—Deja de disculparte y ve a lavarte. No puedes dejar que alguien te vea así.

Leonor no tiene que asentir para tomar la orden, se aleja rápidamente en dirección al primer cuarto de baño cercano. Por suerte ya ha aprendido cómo llegar a cada habitación que desee sin perderse. Moja sus manos con un poco de agua luego de encontrar el lavabo, frotando sus dedos hasta hacer desaparecer las manchas de tinta. O al menos hacerlas más sutiles. En su defensa, no le parece algo tan trágico como Beatriz lo hizo ver. ¡Una persona trabajadora no puede mantenerse impecable y alineada mientras hace su trabajo! «Por algo la familia real siempre está deslumbrante», piensa mientras seca sus dedos. Ha pensado tantas cosas sobre los Casilla desde que ha llegado al lugar, definitivamente ha desmentido prejuicios y también se ha llevado sorpresas acerca de qué tipo de personas parecían ser. Aún no los conoce a profundidad, posiblemente nadie fuera de su círculo lo hace. Encamina sus pasos hacia su habitación, buscando un poco de privacidad para poder arreglar su imagen luego de la crítica de su madre. 

Tal vez Beatriz fue dura con ella porque no solo estaba sucia, si no que su cabello y su rostro dejan mucho que desear. Leonor reconoce que no se preocupó en lo absoluto por cómo se veía durante la mañana cuando choca con su reflejo en el espejo del tocador. Suspira, dando un vistazo alrededor antes de desprenderse de su vestimenta. Se toma todo el trabajo del mundo en volver a acomodar cada capa y prenda sin que ninguna se arrugue, procurando lucir más prolija que antes. Se acerca a su escritorio para tomar el peine que debió haber utilizado en su cabello temprano, y divisa exactamente eso que la hizo desvelarse. La pila de libros que sigue igual de intacta que cuando la vio al llegar a su habitación la noche pasada. 

ALMAFUERTE © ORIANA CORRIDONIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora