𝟮𝟱.

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7 de agosto

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7 de agosto.

Parece que fue ayer cuando el rey leyó por accidente las hojas sobre el escritorio de Aris y asumió que la historia era de él. Parece que fue ayer cuando Leonor recibió aquella carta de su madre para poder refugiarse en el castillo, y aceptó la propuesta con el único propósito de encontrar una salida para poder salvar el futuro de sus hermanos. A pesar de que trascendieron casi dos meses desde su llegada, todo se sintió muy rápido para ella. Mira hacia atrás ahora y solo puede ver lo desviada que está de su objetivo principal. No estaba en sus planes echar a perder su primera novela, pero tampoco estaba en sus planes conocer a Aris. Creyó que su relación con él sería una más de las que tendría que forzarse a sostener por educación, y claramente no fue así.

Lo único forzado que hay entre ellos dos es el pacto de silencio que hicieron a raíz de esa confusión por parte de Enrique. Leonor tuvo que forzarse a entregar su trabajo, y Aris tuvo que forzarse a aceptarlo y confrontar la atención en él como si fuera el autor. Podría haber sido tan desmotivador. Podría haber sido la razón por la que Leonor decidiera dejar de escribir esa historia y dejarla en el olvido, sin embargo, se volvió un incentivo para probar uno de sus más firmes pensamientos; los lectores no critican el contenido mientras provenga de un hombre. El día que vio a Aris hablando con su padre y los representantes de la imprenta en aquel pasillo, una parte de su cerebro se iluminó casi de manera cínica, queriendo poner a prueba qué clase de críticas recibiría la historia bajo el nombre del príncipe.

Es por eso que se esforzó genuinamente en hacer un buen trabajo hasta el último capítulo. Más bien, el que ella creía que iba a ser el último capítulo hasta el día de ayer. La historia de Ginebra y Dante tenía una resolución justa, según su autora, ambos amantes tomaban sus caminos separados al aceptar que no podrían vivir una vida juntos. Cada uno aceptaba su destino y se guardaban el amor que entregaron mutuamente como un tesoro. Leonor estaba satisfecha, realmente le convencía la idea de que los protagonistas no tenían que terminar juntos para que siga siendo una historia apasionada y romántica. O como Aris alguna vez lo expresó, para que ellos sean considerados almas gemelas.

El conflicto comienza a raíz de ese sueño tan crudo que tuvo la noche anterior, el cual no estaba incluido en el final pero Leonor lo vio y lo sintió como parte de la historia. Todos esos detalles que evadió a la hora de explicarle a Aris qué tipo de pesadilla había tenido fueron el material perfecto para escribir los párrafos de su verdadero último capítulo. Solo tuvo que volver a su habitación luego de aquel episodio junto al príncipe para sentarse en su escritorio, prender la luz, y dejar fluir todo eso que atravesó su cabeza mientras intentaba descansar. Cada imagen, sonido y sensación que asaltó su sueño se convirtieron en un trágico y dramático giro de trama en su novela.

El saco que Aris le cedió está en el mismo lugar que lo dejó por la madrugada, colgado sobre el respaldo de su silla. Aris insistió en que se lo llevara y se mantuviera abrigada luego de tomar tanto frío, y ella no pudo desobedecerlo. Ahora lo tiene a su alcance para utilizarlo como excusa, ya que tiene que encontrar un momento para entregarle ese pedazo que falta de la novela. Y bueno, despedirse de él de manera indirecta.

ALMAFUERTE © ORIANA CORRIDONIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora