𝟭𝟴.

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𝗔𝗗𝗩𝗘𝗥𝗧𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔: Este capítulo contiene menciones de uso de armas de fuego, descripciones de caídas, golpes físicos y desmayos

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𝗔𝗗𝗩𝗘𝗥𝗧𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔: Este capítulo contiene menciones de uso de armas de fuego, descripciones de caídas, golpes físicos y desmayos. Se recomienda discreción y responsabilidad en la lectura.

21 de julio, 15:22.

La única carta que Leonor recibió en toda su vida fue aquella que Beatriz le mandó para contactarla luego de tantos años. La segunda, es la que le mandó Elvira y todavía no recibió. Ha pasado más de un mes desde que abandonó Oreco y todavía no se siente como si estuviera en un nuevo hogar. Está en su habitación, y luego de oír los suaves golpes en la puerta, sale disparada a abrirla creyendo que se trata de su madre. Beatriz le advirtió minutos atrás que apresurara su paso porque tenían muchas cosas que hacer, sin embargo, no es su madre la que está esperándola del otro lado. 

Leonor abre la puerta bruscamente, y se encuentra con la sorpresa de que su visita en realidad es Álvaro.

—No sabía que le emocionaba tanto verme —bromea él.

Leonor retrocede, disculpándose por el casi impacto que genera contra el caballero.

—Lo siento, creí que era mi madre.

—¿Entonces no se emociona por verme?

—¿Por qué lo haría?

—Traigo algo que le interesará —dice él con una sonrisa, levantando su mano con la carta en ella.

Leonor contrae sus facciones en confusión, tomando la carta de la mano de Álvaro. Le resulta extraño que sea para ella, pero más extraño aún ve el hecho de que sea él quien se la ha alcanzado hasta su propia habitación.

—¿Ahora trabaja de cartero? —pregunta con sarcasmo, haciéndolo sonreír.

Álvaro asiente, reposando sobre el marco de la puerta.

—Sólo para usted.

Leonor tiene que reírse. Aris no es el único que se ha vuelto cercano a la escritora en las últimas semanas, y Álvaro nunca pierde oportunidades con su personalidad tan única. Él sabía que formaría una buena relación con ella desde que supo que tenían la misma edad.

—¿De dónde es esto? —pregunta ella, estirando su brazo para alcanzar la pequeña navaja sobre su escritorio.

—Oreco.

La sorpresa en el rostro de Leonor es más que obvia. Creyó que no volvería a oír sobre su pueblo si no era ella misma la que hablaba sobre tal. Corta el extremo del sobre, abriéndolo y sacando la carta de su interior. Álvaro asoma su cabeza para alcanzar a leer, y Leonor se deja caer sobre la pared para facilitarle la lectura.

—Elvira —susurra.

Se queda sin aliento con solo ver el nombre de su vecina. Siente una gran ola de calor subir por su cuerpo, no puede evitar pensar en que algo ha sucedido con los niños. ¿Por qué otra razón su única amiga se comunicaría con ella?

ALMAFUERTE © ORIANA CORRIDONIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora