die Göttin Ainara
Steel
Octubre 20, Grecia.
Mis ojos están clavados en el espejo mientras abrocho los botones de mi camisa. Solo capto mi reflejo frente a este sintiendo que sigo en el mismo lugar, estancado, desde hace días, porque no sé en qué momento de mierda decidí detenerme, y no seguir el plan, no se cuando frene de golpe, y desde ese momento no dejo de sentir que estoy con ella, con ellos, y que nada pasó después del nacimiento de Aiden y Ranger y de descubrir que Lexie estaba en cinta con gemelos.
Pero eso no es mi realidad y está tan lejos de mi camino, que no puedo evitar pensar en todo lo que realmente sucedio despues de esos acontecimientos, la parte humana de la que tanto renegaba ya está sepultada y aunque ganó la batalla contra mi parte bestia hace unas noches, no va a volver a salir en mucho tiempo, porque es aparte humana se quedó con...
<<Seamos los papás de Ethan y Harry...>>
Me giro respirando por la nariz, cuando capto a la mujer que entra en la habitación, —Estoy harto de avisar que no la dejen subir a mi cuarto, ni que se pasee por mi casa como si fuera la señora de todo esto.— Viste un vestido corto color blanco, su cabello está recogido en un moño y porta el aire de ser de la parte más alta del mundo.
Deja su bolso a un lado antes de acercarse a mi.
Su mano se posa en mi pecho y busca mis labios logrando que mi cabeza se gire mientras termino de abrocharse la camisa.—¿Qué te sucede? Andas muy raro desde que volviste, no me quieres hablar y siento que me evitas... tampoco quieres que te toque... —me comienza a lloriquear.
—Dimitria, estoy cansado, por favor. —niego bajando su mano, y me giro otra vez al espejo cuando mi mente me hace cerrar los ojos llevándome al pasillo donde deje a Ethan y a Harry.
No me gusta tratarla bien, pero tampoco puedo traspasar los límites para mantenerla en mi mano.
—Yo se, pero tenemos que organizar la boda, y me gustaría que estuvieras a mi lado en cada paso, —me pasa las manos por el abdomen y sus rostro se ilumina frente al espejo— mi sueño siempre ha sido casarme de blanco, aunque estemos en la mafia, —se ríe— me quiero sentir normal y fuera de tanta destrucción por lo menos ese día.
<<Destrucción.>>
Momentánea pero efectiva, devastadora en segundos, y capaz de marcar por el resto de la vida de quienes la presencia.
—No olvides tu lugar, ni quién eres Dimitria, —me giro quedando frente a ella, sus iris azules se clavan en mi con fascinación cuando entierro mis dedos en la barbilla y quedó a centímetros de ella— puedes intentarlo, pero todo es como un imán y vuelves a tus raíces, si eres malo, volverás a la oscuridad, y si eres bueno, volverás a la luz. Tan simple como eso, negro o blanco, no hay gris, y mucho menos posibilidad de cambiar, porqué tu origen siempre esta aqui, —llevo mi dedo a su pecho, en medio, y luego a su sien clavando el dedo con fuerza.— Y si te niegas a tu base, te destruyes.