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Sunshine
*Al final del capítulo anterior.
Años en el ejército, miles negociaciones y por ello cuando desplegamos la bandera blanca con referencia a paz. No fuimos rechazados.
Sin embargo hay cosas por mas que queramos negar, como mis sentimientos hacia al hombre que está frente a mi los cuales son una dinamita dentro de mi.
Mi nombre saliendo de sus labios viaja por mis oídos, mientras Valerio me indica que entre a la carpa, y no pone sus manos sobre mi, ninguno lo hace debido al periodo de paz. Doy pasos cortos adentrando a ese mundo al que pertenecí por muchos años, desde que era una niña, observando cómo funcionaba todo, como cada quien tenía un trabajo y un punto específico.
Los ojos caen en mi esta vez no hay admiración, no soy la hija del ministro Hoffmann, y mucho menos la capitana Hoffmann-Marchetti. Paso saliva moviéndome dentro, capto la mesa de cuestionarios cuando abren otra parte de la carpa donde me esperan los Elegidos, los reconozco a todos, e incluso a la perra que intentó meterse la polla de mi marido.
Me siento en la silla.
—Manos donde podamos verlas. —dice Isaac con frialdad y obedezco dejando ambas manos sobre la mesa.
—En este intervalo de tiempo de paz, por ambas partes se debe prometer no atacar ya que como medio solo debe utilizarse el diálogo. —capto la voz de Milan cuando se cruza de brazos quedando frente a mi, lo reparo mientras reparo la placa militar que le cuelga del cuello y sonrio mirándolo.
Fuimos al colegio juntos, nos graduamos juntos y era de ese tipo de amigo que estaba para todas las locuras y todos los castigos. También me llevo a mis primeras citas, y no puedo decir que la pase mal.
—De acuerdo. —digo.
—¿Cómo está la familia presidencial? —pregunta Valerio poniendo ambas manos a los lados de su cuerpo. Su odio está dirigido a mí, y el que clave sus ojos en mi cara como si quisiera meterla en ácido no me deja tranquila.
—No voy a responder ninguna pregunta mientras el ministro Vittinni esté aquí. —digo y clavo mis ojos en él. A mi las cosas no se me olvidan y hay gente que te va a apuñalar para luego preguntarte porque estás sangrando.
—De malas, porque yo soy el ministro a cargo de su caso. —me dice y noto el tornar blanco de sus nudillos, no quiero pensarlo, pero se que si fuéramos solo ambos en esta sala ya me hubiera golpeado.
—Estamos en periodo de paz, ¿Es que no sigue usted las leyes? —pregunto con cierto tono cómico.— Es mi derecho hablar con quien quiera, al ritmo que quiera y cuando quiera.
—Que descaro el tuyo de hablar de derechos. Cinismo puro es lo que eres, teniendo a la familia presidencial bajo un ataque terrorista, causando traumas a todos los civiles de Estados Unidos de la mano de las basuras que llamas hermanos. —sisea y me curvo en la silla afincado los codos en la mesa.