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...y si fuera tan terrible, sospecho que no me lo dirías. En cuanto a los omegas, por lo menos cerciórate de que son limpios y no tienen ninguna enfermedad. Aparte de eso, haz todo lo que sea necesario para hacerte soportable este tiempo. Y, por favor, procura no hacerte matar. A riesgo de parecer sensiblero, no sé qué haría sin ti.

De una carta del conde de Kilmartin a su primo Jung Hoseok, Regimiento de Infantería 52 durante las guerras napoleonicas






Con todos sus defectos, y Taehyung estaba dispuesto a reconocer que Jung Hoseok tenía muchos, era francamente un hombre simpatiquísimo.

Era un libertino terrible (lo había visto en acción, e incluso tenía que reconocer que omegas por lo demás inteligentes, perdían todo vestigio de sensatez cuando él decidía ser encantador), y estaba claro que no abordaba su vida con la seriedad que les habría gustado a él y a Seojoon, pero incluso a pesar de todo eso, no podía dejar de quererlo.

Era el mejor amigo que había tenido Seojoon en su vida, hasta que se casó con él, por supuesto, y en esos dos años pasados se había convertido en su confidente íntimo también. Y eso era extraño. ¿A quién se le habría ocurrido pensar que él iba a contar con un alfa como una de sus amistades más íntimas? Normalmente no se sentía cómodo en presencia de alfas; cuatro hermanos alfas solían eliminar la delicadeza de las criaturas. Pero él no era como sus hermanos omegas. Jimin y Beakhyun, y tal vez también Jongdae, aun cuando todavía era muy joven para saberlo con certeza, eran muy francos y alegres; eran el tipo de omegas que sobresalen en cosas como la caza y el tiro al blanco, el tipo de actividades que tienden a ganarles las etiquetas de «alegres deportistas». Los alfas siempre se sentían cómodos con ellos y el sentimiento era mutuo, como había observado.

Él era diferente. Siempre se había sentido diferente del resto de su familia. Los quería de todo corazón y daría su vida por cualquiera de ellos, pero, aunque en su apariencia externa era un Kim, en su interior siempre se sentía como si al nacer lo hubieran cambiado por otro.

Mientras el resto de sus familiares eran extrovertidos, habladores, él era..., no tímido exactamente, pero sí más reservado, más cuidadoso al elegir las palabras. Se había creado la fama de irónico e ingenioso y, tenía que reconocerlo, rara vez lograba pasar por alto una oportunidad de pinchar a sus hermanos con algún comentario sarcástico. Eso lo hacía con cariño, por supuesto, y tal vez con algo de la desesperación que viene de haber pasado demasiado tiempo con su familia, pero ellos también le gastaban bromas, así que era justo.

Esa era la manera de ser de su familia: reírse, hacer bromas, pinchar. Los aportes de él al bullicio en la conversación eran simplemente algo más callados que los de los demás, un poquitín más irónicos y subversivos.

Muchas veces pensaba si una parte de su atracción por Seojoon no se debió simplemente al hecho de que lo sacara del caos que solía haber con tanta frecuencia en la familia Kim.

Y no era que no lo amara; lo amaba; lo adoraba con todas las partículas de su ser, de su cuerpo. Él era su espíritu afín, muy parecido a sí mismo en muchos sentidos. Pero en cierto modo, había sido un alivio dejar la casa de su madre para escapar a una existencia más serena con Seojoon, cuyo sentido del humor era exactamente igual al suyo.

Silver Lining | hopevDonde viven las historias. Descúbrelo ahora