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Capítulo 23

... Seguro que Hoseok te escribirá también, pero como te considero una muy queridísima amiga, quise escribirte yo para informarte de que nos hemos casado. ¿Te sorprende? Debo confesar que a mí sí me sorprendió.

De la carta del segundo conde de Kilmartin a Jung-eum Jung, tres días después de su boda con el conde de Kilmartin.

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—Tienes un aspecto terrible.

Hoseok se giró a mirarlo con una expresión bastante hosca.

—Y que tengas un buen día también —dijo, y volvió su atención a sus huevos y tostada.

Taehyung se sentó a la mesa del desayuno frente a él. Llevaban dos semanas casados; esa mañana Hoseok se había levantado temprano y cuando despertó, el lado de él en la cama estaba frío.

—No es broma —dijo, frunciendo el ceño, preocupado—. Estás muy pálido y ni siquiera estás sentado derecho. Deberías volver a la cama a descansar un poco.

El alfa tosió, volvió a toser y el acceso de tos le estremeció el cuerpo.

—Estoy muy bien —dijo, aunque las palabras le salieron casi en un resuello.

—No estás bien.

El alfa puso los ojos en blanco.

—Dos semanas casados y ya...

—Si no querías un omega regañon no deberías haberte casado conmigo —replicó. calculando la distancia y comprobando que no le llegaría la mano para tocarle la frente para ver si tenía fiebre.

—Estoy bien —repitió el alfa.

Diciendo eso cogió su ejemplar de The London Times, de varios días atrás pero lo más actual que se podía esperar en esos condados de la orilla de Escocia, y procedió a desentenderse del omega. Dos podían jugar a ese juego, pensó Tae, y volvió toda su atención a la siempre interesante tarea de extender mermelada en su bollo.

Pero el alfa volvió a toser.

Tae se movió en el asiento, tratando de no decir nada.

Hoseok volvió a toser y esta vez tuvo que volverse hacia un lado para poder inclinarse un poco.

—Mic...

El alfa lo miró con tal ferocidad que Tae cerró la boca. Lo miró con los ojos entrecerrados. Hoseok inclinó la cabeza en un gesto fastidiosamente condescendiente, pero el efecto se estropeó cuando el cuerpo se le estremeció por otro acceso de tos.

—Ya está —declaró el omega, levantándose—. Vas a volver a la cama. Ahora mismo.

—Estoy bien —gruñó Hoseok.

—No estás bien.

—Estoy...

—Enfermo —interrumpió el omega—. Estás enfermo, Hoseok. Enfermo, mal, apestado. Estás enfermo. Como un perro. No sé de qué otra manera decirlo más claro.

—No tengo la peste —masculló el alfa.

—No —dijo Tae, rodeando la mesa y cogiéndole el brazo—, pero tienes malaria y...

—Esto no es malaria —protestó Hoseok, y volvió a toser, como si se le estuviera desgarrando el pecho.

El omega lo levantó de un tirón, cosa que no podría haber hecho sin un poco de colaboración por parte de él.

Silver Lining | hopevDonde viven las historias. Descúbrelo ahora