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Capítulo 9

... es posible que nuestras cartas se hayan cruzado o perdido, pero me parece que lo más probable es que simplemente no deseas escribirme. Eso lo acepto y te deseo todo lo mejor. No volveré a molestarte. Espero que sepas que siempre estoy atento, escuchando, si alguna vez cambias de opinión.

De la carta del conde de Kilmartin al segudo conde de Kilmartin, ocho meses después de su llegada a la India.

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No resultaba fácil ocultar su enfermedad. Con la aristocracia no había ningún problema; Hoseok simplemente rechazaba las invitaciones y Taehyung hizo correr la voz de que él deseaba instalarse en su nueva casa antes de ocupar su lugar en la sociedad.

Con los criados era más difícil. Estos hablaban, y muchas veces con los criados de otras casas, por lo tanto, Taehyung tuvo que procurar que sólo los más leales supieran lo que ocurría en la habitación de Hoseok. Y eso era complicado, puesto que no vivía oficialmente en la casa Kilmartin, y sólo lo haría cuando llegaran Jung-eum y Joon-hee, lo que deseaba fervientemente que fuera pronto.

Pero la parte más difícil para eran las personas más curiosas y a las que era casi imposible mantener en la ignorancia, que eran las de su propia familia. Nunca había sido fácil guardar un secreto en la familia Kim, y ocultar algo a todos era, por decirlo en tres palabras, una maldita pesadilla.

—¿Por qué vas allí todos los días? —le preguntó Jongdae, cuando estaban tomando el desayuno.

—Vivo allí —contestó, hincando el diente en un bollo, lo que cualquier persona racional habría entendido como una señal de que no deseaba conversar. Pero Jongdae no tenía fama de ser muy racional.

—Vives aquí —dijo.

Taehyung tragó el bocado, luego bebió un sorbo de té, con la intención de aprovechar ese instante para serenarse exteriormente.

—Duermo aquí —contestó tranquilamente.

—¿No es esa la definición de dónde vives?

Taehyung le puso más mermelada al bollo.

—Estoy comiendo, Jongdae.

Jongdae se encogió de hombros.

—Yo también, pero eso no me impide llevar una conversación inteligente.

—Lo voy a matar —dijo Taehyung, a nadie en particular, lo cual era lógico pues no había nadie más.

—¿Con quién hablas? —preguntó Jongdae.

—Con Dios. Y creo que tengo el permiso divino para asesinarte.

—Psst. Si eso fuera tan fácil yo habría tenido permiso para eliminar a la mitad de los aristócratas hace años.

Entonces Taehyung decidió que no todos los comentarios de Jongdae necesitaban contestación. En realidad, muy pocos la necesitaban.

—¡Ah, Taehyung, estás aquí! —exclamó Yejin, interrumpiendo, por suerte, la conversación.

Taehyung levantó la vista hacia su madre, que estaba entrando en la sala del desayuno, pero antes de que pudiera decir una palabra, Jongdae dijo:

—Taehyung estaba a punto de matarme.

—Ah, pues, mi llegada ha sido muy oportuna —dijo Yejin, sentándose a la mesa—. ¿Pensabas ir a la casa Kilmartin esta mañana? —preguntó a Taehyung.

—Vivo allí —contestó Taehyung, asintiendo.

—Yo creo que vive aquí —terció Jongdae, poniendo bastante azúcar en el té.

Silver Lining | hopevDonde viven las historias. Descúbrelo ahora