¿La alarma había sonado de manera más intensa esa tarde o era idea suya?
Ni siquiera habían tenido tiempo para caer en cuenta de que era un nuevo día.
Todos los miembros a excepción de número seis andaban a paso apresurado colocando sus trajes y antifaces.
Apenas darían las cuatro de la mañana.
El cielo aún estaba oscuro y la neblina era densa sin mencionar aquella fría brisa que recorría sus cuerpos y no los dejaba tomar una sensación cálida.
Se sentía diferente como si algo estuviera mal.
Luther sentía una enredada bola de hilo en su cuerpo la cuál lo llenaba de miedo e incertidumbre, aunque no era incierto el destino de aquél día.
Iracebeth sentía su rostro arder, al contrario de sus manos, las cuales estaban más que heladas, cosa que provocaba inquietud en algunos miembros.
Klaus aguantaba mordiendo su labio con los ojos llorosos, soportando no romperse en lágrimas y dar lo mejor de sí.
Mientras Allison solo se encontraba sumergida en silencio, abrazando por el costado a la castaña y dedicándole apoyo con sus diminutas y débiles sonrisas.
Siendo sinceros fue demasiado rápido.
O así se sentía cada que recordaban aquél día.
Pesado, frío, veloz.
Bajaron del vehículo y corrieron a la emergencia, siendo dirigidos por la fémina y el rubio.
Siguieron cada instrucción que les fue dada...o bueno, casi todas.
Cumpliendo la misión como debían, el éxito estaba en sus manos pero por alguna razón no se sentía bien esta vez.
Hasta los pequeños falsos seguían la nueva línea trazada por el tiempo.
Aquella línea que daba como resultado aquel familiar grito.
No fue dramáticamente agudo, no sonaba como una súplica.
Sonaba solamente como lo que era.
Un grito que se ahogaba.
Cómo si no quisiera darlo.
Aquél sonido fue reconocido por todos.
Fue audible para cada uno, más de lo que les gustaría admitir.
A partir de ese punto todos trabajaron en automático.
Veían, escuchaban y se movían.
Pero no comprendía ninguna de sus acciones.
El único que aún estaba en sus capacidades era número cinco, quien al escuchar aquel grito se teletransportó a la fuente de este.
Sus ojos se deshicieron.
Su rostro se desbarató, de alguna forma agradeció que los ojos ajenos ya no tuvieran vida para verlo.
Se acercó lentamente, quitando los cimientos que rodeaban el cuerpo de la chica.
Necesitaba tomarla entra sus brazos y llevársela pero le era imposible por el gran pedazo de concreto que yacía sobre su torso.
Despejó su rostro, quitando el polvo en este.
Se encontraba de rodillas acariciando la gélida cara de su compañera.
Su rostro caliente pronto comenzó a soltar lágrimas desesperadas y sollozos de niño pequeño.
— Iracebeth...– llamó como si esta fuera a despertar — Beth, vuelve –
Un nudo denso se apoderó de su garganta.
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Cartas - Umbrella Academy
FanfictionNúmero ocho siempre priorizó una cosa, proteger a su familia sin importar el costo. Saber el futuro a veces puede ser una de las cargas más pesadas que hay, más cuando no sabes si es posible cambiarlo. Una historia medianamente corta.