Después de entrenar y hablar breveme con algunos miembros, Iracebeth fue a su habitación,
bloqueando la entrada que con frecuencia estaba abierta dejando paso a los demás que buscaran compañía.Cinco solo miraba de lejos aquella oscura puerta de madera que parecía nunca abriría, no había ruidos saliendo de ella, tampoco murmullos, era silencio, ¿qué hacía la castaña ahí dentro?.
Necesitaba un pretexto para entrar al lugar, algo sencillo pero no tonto...
¡La libreta!
En un abrir y cerrar de ojos ya la tenía en sus manos y estaba frente a la puerta de nuevo, su mano golpeó la superficie suavemente, con esperanzas de que la chica saliera de su cuarto.
La puerta se abrió un poco, lo suficiente para dejarse ver.
— ¿Cinco? ¿Necesitas algo? – preguntó ella con una sonrisa calmada
— Tu libreta, la dejaste en el cuarto de Klaus – extendió un poco su mano para entregarla, sus manos la recibieron gustosas y volvió su mirada al chico, esperando su despedida.
— Gracias – observó tras de su compañero, asegurándose de que no hubiera nadie, él estaba algo extrañado por la acción, así que solo la ignoró, hasta que sintió los labios de la chica en su mejilla por unos segundos.
La calidez del beso hizo que pasaran a sus tiernas mejillas, dejándolo algo avergonzado.
— ¿Quiéres ir a tomar algo? – propuso intentando mantener su postura.
- Si ese algo es café, cuenta conmigo - accedió con una pequeña sonrisa
Dejó la libreta en alguna parte de su habitación, casi no podía verse nada de dentro, así que podía estar hecha un desastre y cinco no tendría idea alguna de ello.
Salió de ahí, ambos ya llevaban el uniforme de diario, era tarde pero no tanto como para que no les permitieran salir.
— Vamos caminando – dijo el chico mientras iba a la par que número ocho, ella solo asintió.
El silencio en el trayecto fue primordial, cosa que lo confundía, pareciese que estaba muy dentro de sus pensamientos, tanto que se sentía solo en su compañía, estaba tan distante que de alguna manera le molestaba.
Decidió tomar la mano de la chica, quien reaccionó de inmediato como si hubieran pinchado su burbuja, los jóvenes caminaban tímidamente con una sonrisa en sus rostros, ahí fue cuando el castaño se decidió a hablar.
— ¿Pasa algo? Te veo un poco distante – confesó de la forma más pacífica que pudo, tratando de transmitirle confianza para que le respondiera sinceramente.
— No, solo he estado pensando en como usar mejor mis poderes – contestaba con tranquilidad.
— ¿Por eso tantas notas? –
— Si – le dio una mirada fugaz, esto hizo que se calmara, no era un secreto que la chica podía llegar a agobiarse por su don, así que creyó en ella.
Cinco siguió la conversación, ambos estaban explicando sus descubrimientos el uno al otro, prestándose total atención y recalcándose cosas, hasta que llegaron al lugar.
Entraron e hicieron su pedido, no necesitaban llevar dinero, puesto que Reginald iba y pagaba lo que consumían, era de las pocas libertades que este les daba a los que se decía eran sus hijos.
Estaban sentados en la barra del lugar, esa transición entre la tarde y la noche era algo solitaria para el establecimiento, así que el silencio y la tranquilidad estaban presentes.
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Cartas - Umbrella Academy
Hayran KurguNúmero ocho siempre priorizó una cosa, proteger a su familia sin importar el costo. Saber el futuro a veces puede ser una de las cargas más pesadas que hay, más cuando no sabes si es posible cambiarlo. Una historia medianamente corta.