Capítulo 10

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Misiones. Realizarlas era indispensable para poder avanzar en la narrativa del videojuego, así como para fortalecer a nuestros compañeros digimon. En mi haber tenía al menos una docena de ellas completadas, pero aún así iba muy atrasado respecto a los demás Equipos. Por dicha razón decidí ponerme las pilas.

Las misiones secundarias eran fáciles de completar, casi todas de Nivel 1 hasta la fecha, sin embargo las principales ya suponían un riesgo mayor. Para completarlas con éxito hacía falta destreza, unos Stats a la altura y, en determinadas ocasiones, cabeza a la hora de tomar decisiones.

Mi compañera y yo estábamos cien por cien compenetrados el uno con el otro —siendo sincero, debo reconocer que la apreciaba como si tuviéramos una amistad de años, como si... Los de su clase no fueran los causantes de la muerte de millones de vidas humanas en el mundo—. Daba gusto vernos: éramos capaces de adelantarnos al pensamiento del otro, estábamos siempre pendientes del bienestar mutuo y nos lo contábamos todo, por extraño que pudiera parecer.

—Me ha dejado.

—Lo siento mucho. —Kougamon se acercó a mí y me abrazó a la altura de la cintura de forma emotiva en un acto de empatía.

A día de hoy sigo sin saber por qué se lo conté. Shauna, mi novia, se puso en contacto conmigo mediante una red privada que nos facilitaba el supervisor. Según pude entender había ciertos rumores del exterior, habladurías de los barrios altos que narraban la existencia de un Ejército Oscuro de digimon que lo estaba arrasando todo... Ella me pidió —más bien exigió— que abandonara el proyecto y regresara a casa, pero si lo que decía era cierto no podía hacerlo. Debía llegar hasta el final, aunque eso costase mi relación.

**********

Aquel día nos encontrábamos en el Bosque Amida para realizar una Misión de Nivel 2 titulada Disparo Certero. Su descripción era escasa: atraviesa el terreno hasta localizar la meta. Elige bien tu camino o perderás la cabeza —se molestaron en hacer una rima, qué graciosos—.

Amida era un terreno pedregoso y con pequeñas montañitas de tierra, maleza y cableado por medio que iban creando diversas bifurcaciones como si de un laberinto se tratase —ahí entendí lo de localizar la meta—, cuyo final no se veía.

—No hay digimon salvajes. —Observé. 

—¿Quizás estén ocultos? —Kougamon podía sentir la presencia de vida allí, aunque su rastro era mínimo.

—Sigamos avanzando hasta dar con la misión —sugerí.

Mientras caminábamos, siguiendo caminos diferentes, nos pusimos a hablar de cosas superfluas como el gimnasio de Liollmon, el reclutado Betamon o el encuentro con Coelamon. Desde mi llegada a este sintético Digimon World había vivido multitud de aventuras; algunas buenas y otras no tanto, como el encontronazo con RedVegiemon, pero si lo pensaba la balanza se inclinaba positivamente. Vivir esa experiencia estaba cambiando mi vida.

Entre risas un fuerte sonido nos cogió desprevenidos y el impacto de una onda de energía en forma de bola nos arrolló por delante. Yo, que no podía sufrir daños, tan sólo me tambaleé en el suelo antes de poder levantarme, al contrario que mi compañera. Ella había resultado herida.

—Elige bien tu camino o perderás la cabeza... —musité mientras cogía en brazos a Kougamon—. Por eso esta zona es laberíntica, ¡debemos encontrar la ruta correcta!

—Me ha dolido mucho...

En ese instante mi corazón se quedó helado. No recordaba el camino de regreso por culpa de haber estado hablando y si decidía seguir adelante pondría la vida de mi compañera en peligro, no sabía qué hacer...

Digimon World (Project)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora